Capítulo nueve. –Let me die.
''Déjame preguntar cómo llegamos hasta aquí porque en realidad no
necesito preguntarlo en absoluto''
Una semana después, Paula asistió a clases, ya sin moretones… Bueno, no
tantos.
Diego la pasó a buscar con Emma, y fueron a clases en su auto. Cuando
llegaron, se despidieron de él, y salieron.
El timbre sonó, y salieron corriendo para las puertas del Instituto.
Paula fue hacia su locker, y sacó el libro de inglés, y el de Biología.
Sintió una presencia detrás de ella, pero intentó ignorarla, sabría quién
sería, y actuar como si no se hubiera dado cuenta sería lo mejor.
Apenas se había recuperado como para que le lastimen de nuevo.
Cuando un brazo lleno de tatuajes, se apoyó en el otro casillero. Paula
respiró profundamente. Supuso que era Pedro, (Pedro no los tiene pero…bueno no
puedo cambiar toda la nove, sigan leyendo) él no le haría nada físicamente,
pero si psicológicamente. La lastimaría como nunca, estaba segura de eso.
Luego, escuchó otra voz a lo lejos, y esa voz aguda, y chillona era ni
más ni menos de Sandy.
Paula cerró su locker, y al dar media vuelta chocó con Pedro tirando sus
libros, y en el momento en que se agachó a recogerlos, Sandy los pateó lejos de
su alcance.
Besó a Pedro, y luego se dirigió a Paula. La observó de arriba hacia
abajo, mirando si tenía alguna marca, herida o si aún le quedaban moretones por
lo pasado hace siete días.
El corazón de Paula palpitaba muy rápido, podían escucharse los latidos
o eso pensó ella.
« Tranquilízate, estúpida. »
Paula respiró hondo, y soltó el aire.
Le miró a los ojos a Sandy cuando ella, le levantó la barbilla.
Pedro solo se quedó ahí parado mirando la escena. Sandy sonrió de lado y
le tiró de la cola de cabello a Paula. Ella se quejó, y estuvo a punto de
gritar para que le soltara pero, Sandy le pegó una cachetada en la mejilla
derecha, y Paula se mordió la mejilla por dentro. Reprimió un grito, y
lágrimas.
Negó con la cabeza para que la dejara en paz. Cayó al suelo, indefensa.
Sus rodillas chocaron contra el piso, haciendo ruido.
Su mano cayó haciendo fuerza, y se dobló.
« Maldición. »
Una lágrima se desparramó por su mejilla, y un sollozo salió de su boca.
Sintió el impulso que Sandy tenía en pegarle una patada directamente al
estómago pero, Pedro le detuvo.
—Déjala, no vale que desquites tu energía en ella, cariño. —Susurró Pedro
lo suficientemente audible para que Paula lo escuchara aunque sus oídos hacían
un ruido agudo.
—No lo vale pero, ¿sabes? Es divertido. —Empujó su pierna hacia delante,
y le dio justo en la boca del estómago, dejándole sin aire.
Cayó al suelo completamente, y Pedro al verla de esa manera, no pudo
soportarlo.
Agarró el brazo de Sandy y se la llevó a regañadientes. Ella se quejaba,
y gritaba pero, Pedro no le dejó que ella fuera a pegarle.
Cuando él le vio de tal manera hace una semana, supo que no permitiría
que Sandy le volviera a pegar.
Cuando estaban a unos pasillos de diferencia, Sandy se soltó de Pedro, y
le golpeó el pecho pero él no sintió nada. Tomó sus manos, y solo le besó para
tranquilizarla. Ella cedió a sus labios, pero cuando Pedro se separó, Sandy
frunció el entrecejo.
— ¿Por qué no me dejaste golpearla? —Le preguntó cruzando sus brazos.
Pedro negó con su cabeza, y le miró tomándola de los hombros.
—No es bueno lo que le haces, amor. —Dijo, lo más tierno que pudo.
— ¿Y? ¿Tú crees que me importa ella? —Se soltó. — ¡Ella merece todo
esto! Ella me importa una mierda, y siempre será así.
{…}
Paula fue a clases, pero llegó tarde. Emma respiró tranquilamente cuando
la vio entrar, pero al ver su mejilla roja, sintió pánico. Sandy tampoco estaba
en clases. Se sintió fatal por dejarle sola cuando fue a buscar sus libros.
El profesor pidió una explicación y ella dijo que se levantó tarde.
Fue a su asiento, y cuando se sentó Emma le abrazó por los hombros. Le
pidió disculpas, y Paula se quejó, sus brazos le dolían… De nuevo.
Al salir de las dos clases de las dos primeras horas, Paula corrió hacia
la Biblioteca sin que Emma le viera o eso pensó ella. No quería hablar con
nadie, quería llorar en silencio sola… Quería sufrir sola, no soportaba la pena
de las demás personas. Se topó con una o dos personas de una de sus clases, y
luego… Llegó al final de la enorme y vieja Biblioteca.
Fue a una sección que nunca estaba habitada por alumnos, y buscó un
libro cualquiera, y se deslizó por la pared hasta sentarse con las piernas
pegadas a su pecho, sus lágrimas cayeron como cataratas a un río.
Sintió pasos cerca de ella, y una mano se estiró por delante de su cara.
Levantó la vista y se encontró con Pedro.
Era una costumbre que eso pasara de ahora en día.
Rodó los ojos, e ignoró su mano para fingir que seguía leyendo.
Pedro rió burlón y se la volvió a estirar pero, Paula no la tomó.
—Tómala, no te haré daño.
Paula negó con la cabeza, y sorbió los moscos. Limpió una de sus
lágrimas con discreción, y entonces Pedro se acomodó a su lado.
—Interrumpes en mi casa, hoy viniste a mi locker, y ahora aquí… ¿Me
estas acosando para decirle a Sandy qué cosas hago? —Giró la media vuelta para
mirarle con el ceño fruncido. —Ya es suficiente con que tenga que sufrir cada
día porque a ella no le caigo bien, no quiero que tú también me lastimes.
Se paró, y dejó el libro donde estaba, y cuando estaba a punto de salir
del pasillo. Pedro la tomó por el ante brazo, y la empujó contra una de los
estantes grandes sin lastimarla, obviamente. Le miró directamente a los ojos, y
Paula al sentir incomodad los bajó.
—Sólo… Yo… —Empezó Pedro pero, no sabía que decir.
—Déjame en paz… Es suficiente con tener a tu novia molestándome.
Pedro la volvió a tomar del antebrazo cuando ella estaba por irse.
Paula soltó su brazo, y se armó de valor para enfrentarlo.
— ¿Qué es lo que quieres? —Preguntó haciendo un mohín con sus manos. —
¿No es suficiente con verme de esta manera? —Se señaló, y una lágrima se
deslizó desde su ojo. — ¿Quieres también molestarme ahora y por el resto de mi
vida? —Llevó una mano a su cabeza, y despeinó su cabello, que ahora permanecía
suelto.
Pedro se quedó en completo silencio, y eso Paula lo tomó como una
respuesta, salió de ese lugar. Iría a algún otro donde sabía que nadie la
encontraría, detrás de la cancha de futbol había un pequeño parque olvidado
desde hace muchos años, y ese era su lugar favorito hasta que un día vio a dos
chicos haciendo cosas inapropiadas, y decidió no ir más… Hasta hoy.
Se balanceó en un columpio por unos quince minutos cuando este detuvo.
Paula suspiró frustrada.
— ¿Pensaste que no te iba a seguir?
Paula sonrió, sin ni siquiera pensarlo, pero luego borró su sonrisa.
—Sí. Era lo que quería. —Se levantó del columpio. —Dime, ¿Qué quieres?
—No lo sé. —Respondió alzando los hombros. — ¿Estás bien? Hoy… Cuando…
Hmmm, Sandy…
Paula frunció los labios.
—Tranquilo, eso no fue nada. Me ha lastimado peor, casi no sentí mucho
dolor como la primera vez. —Sus ojos se aguaron, y salió corriendo a todo
pulmón.
Todo lo que esperaba era que Pedro no la siguiera, no fuera donde ella.
Necesitaba estar sola, y cuando él estaba cerca, su mente se quedaba en blanco.
Odiaba el hecho de que la siguiera como un chicle, no lo soportaba, y tampoco
soportaría que la acosara.
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Sigue →
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