Capítulo once. –Let me die - Parte II.
Pedro se fue faltando diez minutos para que Diego y Emma llegaran. Paula
se cambió, se peinó pero, no tuvo tiempo para secarlo, y este quedó todo
mojado, terminó de ordenar su habitación cuando tocaron el timbre, caminó a las
escaleras, y pisó mal, lo que hizo que cayera con el culo por las mismas.
Emma entró corriendo al escuchar el ruido, y la vio en el final de la
escalera tirada, riéndose a carcajadas.
Diego cerró la puerta, y al ver a Paula de esa manera, soltó una risa, Emma
se dio media vuelta, y le observó. Dejó de preocuparse por aquello, y también
sonrió.
Ayudó a su amiga a pararse, y le saludó con un beso en la mejilla. Diego
le besó la frente de forma tierna. Tenía una remera gris con una campera de
cuero negra, y unos jeans del mismo color, su pelo rubio estaba completamente
despeinado, y sus ojos brillaban más de lo normal. Le sonrió, y Paula observó
su sonrisa, simplemente perfecta.
Sacó su campera, y la dejó sobre el sillón, tenía unos tatuajes sobre el
brazo izquierdo, y al ver la cantidad de esto, Paula se sorprendió.
— ¿Cuántos tatuajes tienes? —Le preguntó tomándole el brazo entre sus
manos, e intentando contarlos.
Elevó los hombros, diciendo que no sabía.
—Tengo los suficientes para cubrirme todo el brazo. —Rió.
— ¿Te dolieron?
Diego negó con la cabeza, y se tiró al sillón. Llevó sus brazos detrás
de su cabeza, y miró a Paula, mostró una sonrisa, y le guiñó un ojo. Emma le
golpeó en el brazo, cargándole. Los miró a ambos, y la empujó a su amiga hacia
el sillón, tropezó con la mesa de la sala, y cayó al lado de esta.
Hoy, no era su noche.
Diego se agachó para ayudarla a pararse, y la sentó a su lado, llevando
un brazo en sus hombros. Las mejillas de Paula se pusieron rojas, bien rojas… Emma
puso sus manos en jarra, y chasqueó la lengua.
—Vamos a aclarar algo…
—Em… —Dijo Paula.
Subió el dedo índice al aire para que ella no hablara.
—No, te callas. —Y así fue. —Tú —Señaló a su hermano, quien sonrió de
forma seductora. —, no pienses en siquiera hacerla llorar porque, como tu
hermana se cosas, Dieguito.
El asintió con la cabeza, y besó la de Paula.
« Oh, por el amor de Dios, Diego. »
« ¡Es muy tierno! »
Paula en su mente mostraba una emoción el triple de lo que lo hacía en
ese mismo momento, ahí fue cuando su conciencia tuvo que arruinar todas sus
emociones y tirarlas abajo para que ella se deprimiera.
« ¿Crees que hace todo esto porque le pareces guapa? ¡Paula, despierta!
Sólo le das pena, cielo. »
« El día que se conocieron, no le llamaste la atención, estoy segura. »
« Deja de pensar en que todo estará bien… No lo estará. »
« No vales la pena, Paula… »
Su conciencia era controlada por ella misma pero, pareciera que eso no
fuera porque, se mostraba de diferentes maneras.
Hace segundos estaba bien, pero, luego, estaba mal.
Y nunca antes, se había dicho cosas tan feas como esta vez. Se separó de
Diego, se disculpó por un segundo, y subió corriendo al baño principal de la
casa.
Quería… Necesitaba desquitarse pero, no podía hacerlo ahora.
Debía estar completamente sola para hacerlo, porque hay veces que los
gritos, y sollozos no se pueden controlar, y salen naturalmente…
Se miró en el espejo, y quiso romperlo, quería sentir el dolor del vidrio
en sus nudillos, necesitaba sentir los vidrios lastimándole… Era ese momento,
en el que como nunca antes, moría por correr a su habitación, y buscar sus
pequeñas navajas.
Alguien tocó a la puerta, y Paula tardó en recuperar su voz normal. Esta
estaba ronca porque, sin darse cuenta estaba llorando por algo que ella misma
se había dicho… Antes que desear que Sandy le dejara de insultar, debía amarse
a sí misma, si quiera a quererse como era.
—Paula… —Diego golpeó la puerta, y Paula abrió el grifo para lavarse la
cara.
— ¿Qué? —Su voz fue un susurro, tosió, y volvió a preguntar. — ¿Qué?
Diego abrió la puerta un poco, y al ver que ella no oponía resistencia,
la abrió completamente. Se encontró con su cara roja por haber llorado si
quiera unos dos minutos, y con sus ojos del mismo color. Vio la tristeza en los
mismos, y se acercó hacia Paula, tomando su cara entre sus manos.
Ella al sentir su tacto, sollozó. Agachó su cabeza, y empezó a llorar,
volvió a recordar lo que su mente le había recalcado, y después de pensarlo,
supo que era verdad. Solo le daba pena, y por eso, era así con ella. No le
gustaba, capaz, ni siquiera le agradaba.
— ¿Qué sucede, Paula? —Preguntó en un murmuro, abrazándola contra su
pecho.
—Es que… —Sollozó.
Diego la apoyó contra el lavabo, y la separó de él, tomando su cara
entre sus manos, limpiando las lágrimas con sus pulgares.
—Tranquila, Pau.
Ella respiraba entrecortadamente, dejó las lágrimas de lado, y miró a
Diego a los ojos. Estos parecían preocupados, pero, lo único que Paula vio fue
su reflejo.
—Siento… que actúas así conmigo porque te doy pena. —Susurró, y bajó la
cabeza al finalizar la oración.
El tacto de Diego se hizo más fuerte, y subió con su pulgar, la cara de
la castaña. Le sonrió, y le dio un pequeño beso en la nariz.
—No quiero que te sientas así, si alguna vez te dije algo, todo fue
cierto… Cada vez que te abrazo, es porque quiero. —Le acarició la mejilla. —No
quiero que pienses que no es así porque, siendo sincero, te digo que me pareces
hermosa, ¿vale?
Paula sonrió de lado, y Diego también, pero su sonrisa fue mucho más
extensa. Besó su mejilla con un beso sonoro, y después junto sus frentes.
Volvió a limpiar otra lágrima de su cara, y nuevamente, la abrazó contra su
pecho.
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¿ Les gusto la maratón? Ayer no subí por si no dieron cuenta :P .
Espero que les haya gustado, comente acá o en mi Tw @LoveClariego
¡Buenas Noches!
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