Toda novela que es publicada en este blog son adaptaciones, nada me pertenece.
María

domingo, 2 de agosto de 2015

Novela Let Me Die - Capitulo 25

Capítulo veinticinco. –Let me die.

La fiesta había terminado, y la mayoría de las personas se habían ido. Paula manejaba el auto de Emma quien reía en el asiento de Copiloto. Pedro iba en el asiento trasero, le pidió a la castaña si lo podía dejar en su casa, ya que su auto se había roto… Emma se sentó recta contra el respaldo, y prendió la radio a todo volumen, empezó a gritar la canción que sonaba, Paula no soportó tal ruido, y la apagó. Cuando la rubia iba a quejarse, unas sirenas de policía aparecieron detrás del coche.

Mierda.

Paula no tenía licencia para conducir este auto, no era de ella… Además, tenía diecisiete, era menor de edad y lo peor de todo, que no era muy buena mintiendo cuando no conocía a la persona. Supuso que Emma tampoco tenía su licencia en su cartera ya que, era demasiado irresponsable. Paula paró a un costado de la carretera, y le pegó una cachetada a Emma para que despertara de su maldita nube.

—La policía nos va a arrestar si no cambiamos de lugares, y haces que tú estás conduciendo, Emma. —Le dio un sacudón, y Emma abrió los ojos muy ampliamente.

— ¿La policía? —Preguntó, y vio las sirenas por el vidrio trasero, y entonces, entendió. — ¡Paula! ¡Muévete!

Pero, cuando quisieron cambiar de asientos, el policía ya estaba contra la ventana, y le había dado unos golpes para que estas la bajaran, y así fue lo que hicieron… Bajaron la ventanilla, y el señor que tendría unos cincuenta años apareció con todo su traje, y placa con nombre y apellido.

—Licencia, por favor.

Emma se la pasó a Paula desde su bolso… No sabía que la tenía, y cuando el policía, notó que la chica que conducía no era la misma que la foto, prendió su radio y habló con la estación. Paula quería pegarse un tiro, literalmente. Su padre iba a matarla.

El señor caminó hacia su auto, y la puerta de Emma se cerró.

—Tengo la patente, la arranqué del auto… ¡Arranca a toda velocidad!

— ¡¿Qué?!

— ¡Mujer, arranca el auto! —Le gritó con furia, y Paula apretó el acelerador…

La velocidad del coche empezó a subir, iban a unos 100km/h, el ruido de las sirenas todavía se escuchaba, así que, doblaron en la primera calle que pudieron, y cuando encontraron un callejón, estacionaron el coche… Apagaron el motor, y Paula soltó el volante. Nunca había hecho eso en toda su corta vida, y no tenía ganas de volver a intentarlo por más que hubiera sido divertido.

Pedro sonrió de lado cuando él auto freno y pegó un grito de alegría, Emma le copió la acción, Paula se recostó contra el asiento respirando con tranquilidad.

Ambos dos estaban locos por gritar como si su equipo de futbol preferido hubiera metido un gol y hubiera ganado una de las copas del Campeonato Local.

—Nunca más salgo de fiesta contigo. —Le señaló a Emma, y luego, giró sobre su asiento para señalar a Pedro. —Y tú, que supongo que eres un gran mentiroso, me hubieras ayudado a salir de esa sin tener que haber ido a tanta velocidad…

— ¡Oh, vamos! Fue totalmente divertido, Paula. —Exclamó Pedro con un tono alegre en su voz.

— ¡Fue asombroso! ¿No te divertiste? —Emma le golpeó en el brazo.

—Ustedes dos… Son las personas más dementes del maldito planeta.



Habían dejado a Pedro en su casa, y Emma se había quedado dormida todo el trayecto hasta la casa de Paula… Cuando entraron a la misma, todas las luces estaban encendidas. Y Miguel apareció por la puerta de la cocina cuando, la principal se cerró con fuerza debido al viento.

Una Emma borracha entró por la misma, y una Paula totalmente consciente también.

Tal vez, no la encontró en la cárcel por haber estado conduciendo un auto que no era de ella con una borracha y un estúpido chico que solo quiere divertirse pero, la encontró entrando a casa a escondidas y eso, nunca era bueno.

La observó de arriba abajo, tenía un vestido corto, y unos zapatos demasiado altos. Su padre quería que ella tuviera una vida de una vida de una chica adolescente pero, no deseaba que fuera de esas mujeres que salen sin avisar, y que nunca respetan las reglas.


—Ayuda a Emma a subir a la habitación, y después baja. —Le ordenó. —Tenemos que hablar.

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