Capítulo veinticuatro.
–Let me die.
''Veía en tus ojos,
algo que en los de ninguna otra podía ver''
Don’t stop party de
Pitbull sonaba por los inmensos gigantes en toda la casa. Hace una hora que Paula
bailaba con Emma, quien le obligó a ir a mover un poco las caderas. Cuando un
chico, llegó por detrás y tomó de la cintura a la rubia, Paula se marchó, no
era una bonita escena debido a que, el trasero de
su amiga se movía contra el sistema reproductor masculino del chico.
Pidió un refresco, y se sentó en la barra al lado de una chica que
estaba muy al descubierto, los chicos pasaban y le silbaban además de gritarles
algunas cosas, ella parecía ignorarlos aunque algunas veces, les gritaba en
respuesta cosas como: “Imbéciles.” “Ve a gritarle a tu madre.” Desvió su vista
de ella, quien miraba su celular, y la elevó para mirar a Emma besar a ese
chico.
Un chico pasó sus brazos por los hombros de Paula y los juntó delante de
su cuello, después besó su cabellera. Por un momento, pensó que era Diego pero,
al mirar sus brazos llenos de tatuajes supo que no era él… Se alejó de aquella
persona, y cuando giró para mandarlo al diablo se encontró con Pedro, quien
tenía una sonrisa torcida en su rostro.
—Imagínate siendo viejo con todos esos tatuajes.
— ¿Tú no tienes tatuajes? —Preguntó Pedro aún con la sonrisa en cara. —
¿Ni siquiera uno? —Se paró frente a ella y le miró a los ojos. No tenía lentes
de contacto porque ya no los necesitaba, y ahora, podía verse su color natural
en estos: el verde.
—No, ninguno. —Mintió.
—Paula, lo veo desde aquí, está en tu espalda.
Ups.
Se había olvidado completamente que ese lado de la espalda estaba
descubierto. Siempre le había gustado ese tatuaje, se lo hizo como regalo de
quince hace unos dos años. Decía “Free” en cursiva, tal vez a todos le parecía
lindo pero, nadie sabía el significado de tal… Ser libre y podes hacer lo que
quieras, ser libre sin tener que vivir con el miedo de que te lastimen en el
Instituto, ser libre de cada insulto provocado por su mente… Solamente, ser
libre en todos los aspectos que pueda haber de Libertad.
—Free —Dijo Pedro pensativo—. Sé que tienen algún significado importante
para ti, pero no sé cuál.
—No lo sabrás, sé que tampoco quieres averiguarlo. —Le sonrió, y se paró
de la barra con su refresco en mano para salir de la casa por unos minutos.
Hacía mucho calor, y la música estaba muy fuerte, apenas se podía hablar sin
gritar.
Sintió una cazadora cubrir sus hombros, y también como unas se apoyaban
en estos. Sabía que era Pedro, y no soportaba tenerlo cerca, podía ser bueno
hablar con él un minuto, dos o hasta cinco pero luego de eso, a Paula no le
parecía genial. Era el tipo de chico que quería evitar, y cada vez le costaba
más.
—No la necesito. —Se la estaba por sacar cuando Pedro la detuvo, negando
con la cabeza. Sacó sus manos de sus hombros, y Paula se deshizo de la
cazadora.
—A ver, Alfonso, arreglemos esto: No te quiero cerca, ¿ok? —Sonrió,
nunca pensó que estaba siendo tan mala como la gente lo era con ella. —Me
refiero a que, no tienes por qué acercarte a mí, yo soy una molestia para todas
las personas, no quiero serlo para ti, ¿vale? —Se dio media vuelta, sin dejarle
responder pero, él si le respondió. Realmente le gustaba esta chica.
—No quiero estar lejos de ti… Me siento una mierda por haberte hecho
todo lo que te hice, y cuando trato de acercarme, me tratas mal, lo entiendo y
lo merezco pero… duele. —Dijo, y Paula solo se quedó parada en seco. No le
gustaba que se lo hicieran a ella pero, ella lo hacía pero, no tenía la
intención de lastimar era solo que, el dolor, las marcas estaban totalmente
aferradas a su corazón que no podía confiar en aquellas personas que alguna
vez, le lastimaron.
—Lo siento, lo siento… Pero, no es fácil olvidar ¿sabes? Yo no puedo
olvidar cada palabra, cada insulto, cada golpe por más que no fuera físico.
—Sus ojos empezaron a brillar, ardían. No iba a llorar, no, no iba a hacerlo.
—Lamento que tenga que hablarte de esta manera, pero es el mejor modo que
tengo, no soy sensible con las personas que me dejaron completamente desgarrada
por dentro… —Hizo una mueca con la boca, y el aire sopló fuerte. Empezó a hacer
frío de repente, y cuando una lágrima amenazó con salir, Paula ya se encontraba
entre los cálidos brazos de Pedro. Eso necesitaba, un abrazo por más que fuera
de una persona que ahora desconocía totalmente.
…
No estaba lloviendo pero, al mirar el clima te dabas cuenta de que en
cualquier momento, llovería. Paula y Pedro caminaron alrededor de toda la casa,
escuchando la música que provenía desde adentro. Emma los había encontrado, y
cuando vio a su amiga con el chico, le agarró desesperación, y corrió hacia
donde ellos. Le había dicho que la soltase, pero Paula le dijo que estaba bien…
Luego, volvió a entrar a la casa donde se desarrollaba la gran fiesta.
— ¿No quieres ir a dentro? Sé que eres de esos chicos que les gusta
bailar.
— ¿Vienes conmigo?
Paula negó con la cabeza.
—Me siento totalmente ridícula así como estoy vestida, y no quiero ir
allí adentro para que todos me vean por más que capaz no lo hagan… —Sonrió, y
siguió caminando hasta que se apoyó contra un árbol para sacarse los zapatos de
taco alto.
—Ahora te ves mucho más petisa. —Pedro se acercó donde ella, y la
acorraló contra el árbol. —No te ves ridícula, estas completamente hermosa, Paula.
—Dijo esto en un susurro. Sus labios casi rozaban, y cuando Pedro tomó impulso,
Paula agachó la cabeza.
Pedro entendió eso, y repitió el acto de la castaña. Se alejó un poco, y
entre un silencio que resultó ser incómodo siguieron caminando, sus manos
chocaban, y Pedro tuvo que aguantarse para no tomarla.
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