Toda novela que es publicada en este blog son adaptaciones, nada me pertenece.
María

sábado, 28 de diciembre de 2013

Novela Marry Me - Capitulo 6


''El asesinato'' – 15 Años

Un fin de semana vinieron Zai, Abi y Fati a almorzar. Comimos ensaladas con condimentos orientales, que según mi madre, eran buenos para la circulación de la sangre. A papá le aceleró la circulación de los intestinos.

Había venido el tío Marcus, el padre de Fatima y como siempre, no perdió la oportunidad para molestarme.

—Paula, ¿dónde está tu novio, Pedro? —me preguntó mientras tomaba un poco de jugo. Yo maldije por lo bajo y conté hasta diez para no responderle de manera sarcástica, no podía perder los estribos con mi propio tío.

—Él no es mi novio, y está en su habitación estudiando.

—Pero si no es tu novio, ¿por qué sabes dónde está y qué está haciendo? —me regañé mentalmente por haberle dado tanta información.

—Papá, viven juntos desde hace años, son como hermanos —dijo Fatima. La miré agradecida y ella sonrió para que supiera que estaba de mi lado. 

Pedro no había querido bajar a comer, excusándose con que tenía trabajos atrasados. Lily cursaba último año y estaba en las mismas condiciones, aunque yo sabía que Pedro podía terminar sus trabajos en unas cuantas horas y que en realidad no se quería encontrar con el tío Marcus. Lo comprendía a la perfección.

Sin embargo, a eso de las seis de la tarde bajó. Era verano y el sol todavía no se ponía, corría una cálida brisa y era el ambiente perfecto para tomarse unos refrescos. Nos encontrábamos en la terraza, sentados alrededor de la mesa conversando de cosas sin sentido, como nuestra niñez y lo rápido que pasaban los años.

Ver a Pedro saliendo por la puerta de cristal, tan desarreglado e informal me hizo sonreír en acto reflejo, cosa que tío Marcus notó.

—Hey, chico. Es cosa de que apareces y a esta tortolita se le alegra el día —todos rieron, incluido Pedro. 

Sentí como la sangre me subía a las mejillas y unas ganas psicópatas de matar a mi tío se esparcieron por mi mente. Más me controlé y bebí de mi refresco para pasar inadvertido el color de mis mejillas.

—Es que vine para mis clases de manejo que me da el señor Chaves —dijo Pedro.

Se veía más calmado que las veces anteriores –estaba aparentando, cualquier signo de debilidad ante el tío Marcus era tu sentencia de muerte-, donde se mordía las uñas antes de subirse al auto y echarlo a andar.

— ¿En serio? Eso es estupendo, yo te puedo dar las clases esta tarde, seguro aprenderás en cinco minutos —señaló mi tío.

Pedro negó con la cabeza, pero antes de que pudiera decir algo, el tío Marcus se levantó y le pasó un brazo por los hombros para llevárselo al garaje, donde estaba el auto viejo de papá con el que practicaban.

Tuve un mal presentimiento, pero no dije nada. De todas formas no serviría mi opinión.

Papá fue con ellos y nos quedamos sólo las mujeres conversando. Anna había salido esa tarde con unas amigas, era su día libre y Holly jugaba unos metros más allá con Snow, su gato anaranjado y rechoncho.

Con Fatima, Abi y Zai conversábamos de la escuela, me decían que ese año les había tocado como profesora jefe a la más estricta de la escuela y yo me quejé diciendo que otra vez tenía a la profesora de Literatura.

Todo iba normal.

Hasta que escuché el aullido más lastimero y doloroso de mi vida.

Fue como una tortura en cámara rápida. Me levanté de un salto y corrí al lugar de donde venía el aullido, detrás de mí corría mamá y la tía Rose. Fatima estaba a mi lado y ni siquiera me había percatado cuando llegó.

Frente a mis ojos estaba el auto de práctica, de allí salía el tío Marcus, papá y del puesto del conductor, Pedro.

Sin embargo, lo peor estaba debajo del auto. Allí, en medio de una de las ruedas delanteras, yacía Sparks, grande, peludo, tieso y muerto.

Pedro había atropellado a Sparks. Pedro lo había matado.

Después de ver a mi mascota arrollada, no supe que pasó. Sólo recuerdo haber gritado e intentar quitarlo debajo del auto. Lo demás fue borroso, y no porque me haya desmayado, sino porque lo borré de mi memoria. No quería recordarlo.

Estuve una semana sin hablar con nadie, fui a la escuela pero seguía igual. Las bromas de Facundo ya no me hacían gracia, prestaba menos atención a clases y en lo único que lograba concentrarme era en preguntarme el por qué Pedro atropelló a Sparks.

Razones sobraban. Pedro siempre lo odió, decía que era un perro muy indisciplinado y que siempre ensuciaba y que le daba el doble de trabajo a su madre, también prefería a los gatos antes que a los perros. Así que definitivamente fue a propósito.

Me encontraba tan enfadada y conmocionada que me prohibí sentir otra cosa que no fuera odio por Pedro Alfonso. ¿Enamorada? Pff. En el pasado, jamás le perdonaría el haber asesinado a mi perro.

Lo ignoré por meses, parecía que los roles se habían invertido. A veces lo descubría espiándome y lo alejaba con una mirada asesina para que me dejara en paz.

Tuve muchas discusiones con mis padres, les grité y reclamé que querían más a Pedro que a su propia hija, descargué todos esos celos paternales que guardé por años sin motivo alguno y me encerré en mi propio mundo.

Es que Sparks era todo para mí, después de que arrojaron mis cosas más sagradas de Peter Pan cuando era niña, sólo me quedó mi amado perro para recordar esos años de juegos. Pero ya no estaba y no volvería jamás.

(…)

Veía televisión en mi habitación, hacía calor pero yo estaba tapada hasta las orejas con una manta. Trataba de ocultarme del mundo.

Daban una de esas serias cómicas, aunque a mí no me causaban gracia. La veía sólo para matar el tiempo.

En eso estaba, hasta que tocaron la puerta. No quise levantarme porque la comodidad de mi cama era mejor, pero volvieron a tocar incansables veces hasta que aparté la manta de un manotazo y me levanté a abrir la condenada puerta.

No había nadie, debían ser las diez de la noche y molestaban. Seguro era Holly.

Iba a dar un portazo hasta que me fijé que en el suelo había una caja y una canasta. Me agaché a recogerla y me di cuenta que detrás del mismo florero que estuvo todos estos años en el pasillo, se escondía Pedro. Definitivamente ya no le servía como escondite, su altura se lo impedía.

Me miraba suplicante, señalando con la mano la caja y la canasta.

Se los iba a arrojar por la cabeza, no quería nada de su parte. Y eso habría hecho si la caja no se hubiera movido.

Tenía agujeros por todos lados y en cuanto la abrí supe por qué. Adentro había un pequeño cachorro San Bernardo con unas manchas marrones en los dos ojos. Llevaba un collar rojo con una placa dorada en la cual rezaba “Nana”.

Miré extrañada a Pedro, quien había salido de su “escondite” y se acercaba a paso lento hasta mi lado.

Nana. Como la mascota de Wendy.

Coloqué al cachorro entre mis brazos y destapé la canasta, adentro había muchas galletas con chispas de chocolate y una nota.

“Paula:

No fue mi intención atropellar a Sparks, de verdad tú lo querías y yo jamás haría algo que te dañase. Te juro que fue un accidente. Tú sabes que no soy bueno conduciendo un auto, aunque me cueste reconocerlo.

Por favor, perdóname, es horrible despertarme cada mañana y saber que tú me ignoraras.

Pedro.

PD: Las galletas siempre te han gustado, así que robé algunas de la cocina, como cuando éramos niños”.

Leía una y otra vez la nota hasta convencerme de que Pedro siempre fue mi hada de las galletas. Nana se removió entre mis brazos y se escapó para sacar una galleta de la canasta y comérsela.

—Entonces… ¿me perdonas? —me preguntó Pedro, que estaba sentado en el suelo para quedar a mi altura. Me apoyé en el marco de la puerta mientras acariciaba el lomo de Nana, movía la cola alegremente mientras devoraba más galletas.

—Te disculpo. Pero no te perdono. Para eso tendrás que conseguir más que una canasta de galletas —él sonrió e hizo algo que nunca había hecho en todos estos años juntos.

Me abrazó.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Novela Marry Me - Capitulo 5


''Licencia de conducir”- 15 años

Pedro estaba sentado en el sofá con un cuaderno y dos libros a su lado. En el otro sillón se encontraba Xabiani, recitando los deberes que tenían para esa tarde. La mesa de centro estaba cubierta de comida chatarra que seguro a mí no me dejarían comer nunca, o al menos no frente a mi madre, que hace uno meses se le pegó la idea de llevar una vida saludable y natural.

Pedro sonrió y golpeó con su lápiz a Xabiani.

De acuerdo, lo estaba espiando. Pero no era mi culpa que después de besarnos hace más de un año él no haya hablado del tema. Volvíamos a la relación de antes, esa de los buenos días y aquí no ha sucedido nada. Ya no siquiera sabía si tenía celos, había fingido estar interesada en otros chicos, pero Pedro me ignoraba y seguía con su vida. 

Incluso, tuvo una novia.

Me costó mucho admitirlo, pero al final tuve que hacerlo. La verdad estaba frente a mis ojos y yo me vendaba para quedar ciega, me gustaba Pedro y no podía evitarlo.

Aún lo odiaba, a final de cuentas era un intruso en mi casa aunque lo conozca de niño, pero por otro lado era inevitable no sentir ese hormigueo en la piel cada vez que él sonería o cuando su mirada se iluminaba y demostraba lo feliz que era.
No era bueno para mi salud mental, me desvelaba pensando en por qué me ya no me hablaba. Tampoco lo era para mí sistema nervioso y respiratorio, mi corazón se aceleraba de una manera increíble cuando estaba cerca de él y me faltaba el aire cuando él me decía todas las mañanas “Buenos días”.

Algo andaba mal conmigo. Hace unos años me habría aventado del segundo piso por la ventana hasta que mi cabeza sangrara y recobrara la razón, sin embargo, ahora no me importaba demasiado.

Estúpido amor que no controlaba a las personas, ¿hacer que me enamorara de Pedro?

Estúpido, estúpido, estúpido.

Y Pedro volvió a sonreír y dejé de pensar por unos cuantos minutos.

— ¿Espiando a tu amor? —salté del susto al oír la voz de Facu en mi oído. Como estaba en las escaleras, rodé hasta llegar abajo y chocar con un ruido seco contra el suelo.

— ¿Qué fue eso? —escuché que preguntó Pedro. 

No alcancé a levantarme antes de que Xabiani y Pedro llegaran hasta donde yo había caído. Tirada en el suelo, con el cabello sobre el rostro y con Facu diez escalones más arriba riéndose, no era un buen momento para que Pedro me viera. Sin mencionar que él ya sabía cómo lucía cada mañana, esto era peor.

Xabiani me ayudó a pararme, Pedro se quedó mirándonos y no movió ni un dedo. A veces su actitud me molestaba. No tenía ninguna enfermedad contagiosa ni tampoco lo iba a morder si me tocaba.

—Gracias, Xabiani —le dije cuando me quitó el cabello del rostro.

—De nada. Aunque me gustaría saber cómo fue que te caíste.

—Porque es torpe, se tropieza con sus propios pies —dijo Pedro.

Auch. Eso dolió.

Fue un comentario frío y tosco. Ni una mirada, ni una emoción.

Agarró a Xabiani del brazo y se lo llevó de regreso al sofá para continuar haciendo los deberes.

—Amargado —dije en voz alta para que él lo alcanzara a escuchar.

—Reprobada —golpe bajo por parte de Alfonso.

—Ojos verdes vomito—contrataqué.

Aparte de los saludos matutinos, teníamos una pequeña rutina que se daba en casos especiales como estos: pelearnos como niños de seis años por una tontería.

—Morena tonta—me contestó él. Era el momento de la artillería pesada.

Le hice una seña a Facu para que bajara y me acompañara hasta los chicos. Facu estaba encantado, amaba molestar a Pedro a costa mía. Al igual que a mí a costa de Pedro.

—Xabiani, nunca me canso de felicitarte por tu excelente interpretación como Romeo en la obra escolar. Fue estupendo, de verdad tienes futuro como actor —le dije, acercándome a ellos con Facundo a mis espaldas. Nos sentamos en el mismo sofá y botamos los libros al suelo para hacernos espacio. Pedro nos dedicó una mirada amenazadora.

—Fue todo un éxito, lástima que Pedro no haya podido conseguir el papel. Seguro la caída del balcón de los Capuleto fue dolorosa —agregó Facu.

Yo dejaba que mis amigos me molestaran con Pedro en situaciones que requerían de sus comentarios. Como ni Zai, Abi y Fatima estaban aquí, me quedaba Facu. No era la mejor opción porque a veces se le iba de las manos el asunto, pero era eso o pelear sola contra ojos verdes.

—No funcionara, Facu. Además, no quería el papel —dijo Pedro. Miré a Xabiani, quien escondía la risa detrás de un cojín. Todo el mundo sabía que a Pedro no le gustaba perder.

—Qué lástima. Gracias a Dios te tocó audicionar conmigo, soy muy mala actriz —dije. Pude notar como Pedro se tensaba, nunca antes habíamos abordado el tema de la audición y supongo que hacerlo con Xabiani y Facundo como público no era algo cómodo.

—No es tu culpa, Pau. Lo que pasa es que Pedro exageró mucho el beso —terminó por decir Xabiani. Los tres reímos, mientras a Pedro se le teñían las mejillas de rojo.

— ¡Bueno, perdón por querer hacer un buen trabajo, no soy un mediocre como tú! —exclamó de pronto. Se formó un extraño silencio.

—Pero tú dijiste que no querías el papel, vamos, no te alteres —atiné a decir para alivianar el ambiente. Xabiani y Facu asintieron, dándome la razón.

—No me hables. Vámonos, Xabiani—este último se encogió de hombros y se disculpó por el comportamiento de Pedro y ambos se fueron a su habitación para seguir haciendo sus deberes.

—Bueno, no fue tan divertido esta vez. Algo le pasa a Pedro y es tu misión averiguar qué —me dijo Facu. Yo lo miré incrédula, ¿acaso no había escuchado a Pedro? Estaba enojado, y yo no era la persona más paciente a la hora de ayudar a los demás con sus problemas.

—Paso, no quiero que me grite.

Él enarcó una ceja y comió una de las cuantas cosas que había en la mesa. Yo hice lo mismo, mamá estaba en clases de yoga o algo así, así que nadie me podía regañar.

—Bueno, entonces deberíamos comenzar a hacer nuestro trabajo de ciencias.

—Creo que mejor iré a ver qué le pasa a Pedro —le dije inmediatamente. Facu sonrió y se levantó.

—Vamos, antes que le ponga llave a la puerta —subimos la escalera y nos quedamos frente a la puerta de Pedro a oír lo que hablaban.

Era una pena no tener a mis amigas en la misma clase. Ellas iban en el mismo curso que Pedro, mientras que yo con Facu. Era divertido y pasábamos la mayor parte del día molestando a los demás o durmiendo, aunque a Facu le iba mejor. No me quería contar su secreto para no prestar atención en clases y sacar buenas calificaciones, pero estaba segura de que no copiaba, él jamás haría eso. Además, se sentaba conmigo para los exámenes ¿qué caso tenía copiarme a mí?

—Aún no sé por qué seguimos escuchando a hurtadillas las conversaciones de Pedro —le susurré a Facu. Él me hizo callar, tapándome la boca con su mano.

—No hagas ruido —dijo.

Supongo que esto jamás cambiaría, siempre espiaríamos a Pedro. O al menos, yo. Era un impulso, algo más poderoso que yo. Era como una atracción mágica hacia su puerta que hacía pegar mi oreja a la madera.

—…Comenzaré a practicar para sacar mi licencia de conducir y eso me tiene muy alterado… —dijo Pedro, con la voz apagada a causa de la distancia y la obstrucción de las paredes.

—Ya comprendo, por eso estás tan pesado —concluyó Xabiani.

—Sí, espero que Paula no me odie más de lo normal, pero si estuviera en mi lugar…

Y dejé de escuchar.

Me separé de la puerta, enojada, emocionada, alterada y ¿confundida?

Tenía un punto a mi favor: había hablado de mí. 

En contra: sabía que lo odiaba y eso no era bueno.

Pero estaba confundida porque por un momento creí que se preocupaba por mí. Luego se me pasó la posibilidad de que no lo estuviera por mí, sino por el trabajo de Anna. Porque si yo decía que Pedro me trataba mal, ellos se irían a la calle y tendrían que volver a la casa de su abuela.

Cuando llegaron me asombró no ver sus maletas, tardé años en descubrir que Anna se había escapado con sus hijos porque su marido era un completo imbécil. Había huido para darles un futuro mejor a sus hijos. Por eso yo jamás la perjudicaría, la quería demasiado para hacerle eso. Además, estaba el pequeño hecho de que Pedro también se iría y eso significaría el fin de mi carrera en espionaje.

Y no podía permitir eso.

—Es un idiota —murmuré. Facu no me oyó, pero no era necesario que lo hiciera para saber lo que pensaba.

Dejamos a Pedro en paz lo que quedó del día.

Nunca hicimos nuestro proyecto de ciencias y al final Xabiani y Fatima nos ayudaron a hacer algo para no reprobar.

Pasaron los días y Pedro se ponía más paranoico a medida que pasaba el tiempo. Por las tardes mi padre le enseñaba a conducir por el jardín con su auto, arrolló la bicicleta de Holly y chocó con uno de los álamos que había en la entrada de la casa. Era pésimo.

Y eso debía estar desesperándolo

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Que Creen Que Pasara Con Pau y Pepe? Habra AMOORRRR *O*, Hoy Subi Tempranoooo!! Wii Okno '-' .. Nose que mas decir xD ... Ennnnnnnn Fiiiiiiiiiinnn

Espero que les guste el cap, Comente Aca O En Mi Tw @LoveClariego

Y Buenas Tardes!!

jueves, 26 de diciembre de 2013

Novela Marry Me - Capitulo 4


''Mi primer beso II''- 14 Años

— ¿Recuerdas cuando me besaste para que Pedro no lo hiciera primero? —me preguntó Facu mientras me lanzaba una trozo de chocolate que agarré en el aire con mi boca. 
—Por supuesto, mi primer beso —y cómo no olvidarlo. Los rostros de Facundo y Pedro eran épicos, Pedrp no paró de quejarse en toda la tarde diciendo que yo no podía besar a alguien que comía pegamento. 
Prefería eso antes que a sus labios.
—Y después, cuando las chicas se enteraron… ahora me da más risa que vergüenza —comentó. Me lanzó otro pedazo de chocolate, pero esta vez no lo alcancé. Él se rio de mí y yo le estrellé una almohada contra el rostro.
Nos habíamos convertido en grandes amigos después de todo. Mis padres botaron a la basura todas mis cosas más preciadas de Peter Pan en cuanto se enteraron que reprobé el año y junto con Facu fuimos los más listos de la clase. Pero sólo nos duró un año, al siguiente estuvimos tan perdidos como cuando nos fuimos de excursión y no encontrábamos el lugar donde se suponía que debíamos acampar.
—Pero yo sigo creyendo que Pedro estaba celoso —dijo de pronto.
—No lo creo. Es que él siempre quiere ser el primero y el mejor en todo, sólo estaba enfadado porque le ganaste —argumenté, odiaba cuando hacía esos comentarios.
—No estés tan segura. Te apuesto a que si se enterara que tienes novio, reaccionaría igual que esa vez.
—Claro que reaccionaría así, yo habría tenido novio antes que él. ¿Acaso no me escuchas? —Facu rio más fuerte y se comió lo que quedaba de chocolate. 

Estábamos en mi habitación viendo una película romántica, me seguían pareciendo igual de tontas que a los ocho años, pero al menos ya no me daban asco las escenas más íntimas. Por Facu no me preocupaba, resultó ser un galán innato en cuanto cumplió los doce, se cortó el cabello, los rasgos de su rostro se volvieron adorables ante los ojos de las demás chicas, no era más alto que el resto pero aparentaba de dieseis. Incluso Katherine le pidió una cita. Facu fue tan bueno que grabó ese momento para mostrármelo y reírnos de la cara de indignación que puso Katherine cuando él la rechazó.

Sin embargo, Pedro no se quedaba atrás. A pesar de odiarlo, debía reconocer que estaba a la altura de mi amigo. Se dejó el cabello hasta la frente y como por arte de magia había crecido más de lo normal, me sacaba casi cabeza y media. Al final, Pedro había regresado a la Academia Westfield con una beca, cosa que alegró mucho a Anna quien se sintió muy orgullosa. Luciana ya había salido de la escuela y había viajado a Londres para estudiar en una Universidad de allí.
Fatima había crecido bastante también, en realidad, todos eran más altos que yo. Nos parecíamos en algo, con la diferencia que ella tenía el cabello negro. Era la única que me apoyaba para detener las locuras de Zaira y Abi.
Ellas seguían igual, cuando se enteraron que besé a Facundo fueron inmediatamente a molestar a Fatima. No sé cómo lo logró mi prima, pero se las quitó de encima en dos días.

— ¿Pedro con “novio”? —inquirió Facu. Lo golpeé en la cabeza con otra almohada.
—Sabes a lo que me refiero —le dije.
—Sí, lo sé. Me pregunto por qué no tendrá novia todavía, te debe estar esperando —en ese momento se cayó de la cama. Le di una patada en las costillas que le quitó la respiración e hizo que rodara hasta el suelo. No era la primera vez que hablábamos de este tema, por extraño que sonara, Facu tenía una obsesión con emparejarme con Pedro, al igual que Zai, Abi, mamá y papá. Lily nos ignoraba y Holly seguía en su mundo, así que al menos por parte de ellas no recibía ninguna burla.

—Deberías concéntrate en conseguir una novia tú, en vez de buscarle pareja a los demás —él se incorporó y se sentó frente a mí, me tomó de los hombros e hizo que lo mirara fijamente.
— ¿En serio no me crees que le gustas a Pedro? Ok, hagamos una apuesta.
Mala idea, no debía. Apostar contra Facu nunca traía cosas buenas. La última vez terminé en el hospital por intoxicación. Pero…
—Qué quieres apostar —era imposible negarse a una apuesta. Temía que algún día gastara todo el dinero de mis padres en un casino, por eso le pedía a Anna que guardara mi dinero y que me lo entregara en situaciones importantes.
—Te apuesto a que si consigues novio, Pedro se pone celoso —lo pensé un poco. Sería bastante difícil. 
—Yo no quiero tener novio —le respondí.
—Eso se arregla fácil. Me haré pasar por tu novio y veremos cómo reacciona Pedro —asentí y lo volví a pensar.
—Si no pasa nada, yo gano. Y quiero que te disfraces de payaso y vayas en bicicleta hasta el centro comercial.
—Ok, pero si yo gano, tendrás hacer de Julieta en la obra de la escuela.
— ¿Estás loco? Pedro va a audicionar para el papel de Romeo, no quiero ser Julieta —le reclamé.
—Entonces estás aceptando con anticipación que yo tengo razón —Facu sabía cómo provocarme, yo era tan débil y quería demostrarle a ese idiota que Pedro sólo era mi enemigo.
— ¿Cuándo comenzamos? —él sonrió de medio lado y miró el reloj que tenía en la pared.
—Ahora…ya. Vamos —me dijo. Sabía que quería empezar de inmediato.
Me puse de pie y salimos al pasillo. Facu fue despacio hasta la puerta de la habitación de Pedro y pegó el oído a la madera.
—Está ahí, está hablando por teléfono —me susurró. Yo asentí y me acerqué a su lado.
Esto parecía una locura, y en realidad lo era. Pero qué importaba, tenía que ganarle a Facundo.
—Tú sígueme la corriente e intenta no poner cara de asco si te digo cursilerías, ¿de acuerdo?
—Vale —le dije.
Nos separamos un poco de la puerta y Facu me abrazo.
— ¡Te amo tanto, ¡Paula Chaves! —gritó.
—Sé más natural, idiota —le susurré. Él gruñó y me hizo callar.
— ¡No puedo creer que hayas aceptado ser mi novia! —volvió a gritar. Quería golpearme en la cabeza, Facu no sabía actuar.
De pronto, la puerta se abrió y Pedro salió con la cara pálida y el celular en la mano temblorosa.
—Después te llamo —le dijo a la persona detrás de la línea. Se quedó mirándonos unos segundos, hasta que se atrevió a hablar— ¿Son novios?
—Sí, se lo he pedido esta tarde. Es increíble que Pau sea mi novia, cuántos chicos estarán celosos —me removí entre los brazos de Facu y miré entre la maraña de pelo que me tapaba la vista a Pedro.
Tenía el ceño fruncido y apretaba el celular tan fuerte que pensé que se lo destrozaría. Sólo atinó a mirar con desconfianza a Facu y se encerró en su habitación.
—Listo, gané —dijo Facu, soltándome abruptamente.
—Tú no has ganado nada. Yo no lo vi celoso.
—Eso es porque estás ciega —recordé cuando Pedro intentó besarme y atacó a mi inocente ojo. Yo no podía gustarle, nos conocíamos desde los ocho años, éramos casi como hermanos. De esos que se llevaban como perros y gatos, pero hermanos al fin y al cabo.
—Necesitamos a un jurado que determine si Pedro está celoso sí o no —le dije mientras bajábamos las escaleras para ir a buscar algo de comer.
—Ok, llamaré a Zai…
—No, ella está de tu parte y te dará la razón. Abigail también. Que sea Fatima —le dije.
—Ella es de tu equipo, tiene que ser alguien neutral —señaló.
— ¿Lily?
—Ni siquiera nos habla —le di la razón y me detuve a pensar.
—Holly, ella nos dirá lo que ve —Facu estuvo de acuerdo y corrimos a buscar a mi hermana.

Cuando la encontramos en el living viendo televisión le pedimos que nos ayudara, le explicamos el asunto de la forma en que se viera como un juego inocente. Ella debía decirnos si notaba que Pedro se mostraba celoso. Ella aceptó ayudarnos sin comprender del todo.
Tuvimos que hacer de pareja feliz y enamorada durante una semana, ya que Holly decía que mientras más tiempo pasara, más se notaría si Pedro estaba celoso o no. Fue agonizante ir de la mano de Facu para todos lados, recibiendo miradas envenenadas por parte de las chicas de la escuela.
Cuando acabó el plazo que nos propuso Holly, nos sentamos en su cama mientras ella sacaba un cuaderno donde había anotado sus observaciones.

—Bien, Holly. Dile a esta cabeza hueca que yo tengo razón —le dijo Facu. Le empujé para que se cayera de la cama, pero Holly nos detuvo antes de que iniciáramos una pelea.
—Bien, cuando Facundo abrazaba a Pau, Pedro gruñía y se alejaba. Cuando se tomaban de las manos, Pedro gruñía y se alejaba. Cuando se decían tonterías, Pedro gruñía y se alejaba. Cuando se miraban, Pedro…
—Gruñía y se alejaba, nos quedó claro, Holly —le dije, ya desesperada—. ¿Cuál es el veredicto?
—Pedro está celoso.
— ¡Gané! —exclamó Facu. Yo sentí la derrota como un peso más en mi espalda. Odiaba perder, en especial contra Facundo, quien me ponía estúpidas consecuencias.
—Ahora tendrás que hacer de Julieta junto a Pedro. Pobrecito, sufrió toda la semana, pero recibirá su recompensa —me esperaban unos días difíciles.

Las audiciones para la obra eran en dos semanas, nos harían actuar en parejas para los papeles principales y debíamos aprendernos la escena del balcón. La peor de todas.
Facu le contó personalmente a Pedro que yo audicionaría por amor al teatro, y que lamentablemente nuestra relación no había funcionado y que preferíamos quedar sólo como amigos. No quise escuchar cuando me explicó la cara de alegría que había puesto Pedro al escuchar eso.
Las dos semanas se me pasaron lentas, Zaira se había ofrecido voluntaria para elegirme el vestuario y Abigail me ayudaba a memorizar las líneas. Casi me daba de golpes contra la mesa porque yo no ponía ningún esfuerzo por aprendérmelas.

Fatima no intentaba persuadirme para que cooperara, me dijo que si estuviera en mi lugar, haría lo mismo.
Y el gran día llegó, estaba horrorizada y con nauseas a causa de los nervios, esto me iba a matar.
Habían pocos chicos para el papel de Romeo, y menos para los papeles secundarios. En cambio, para Julieta… los vestidores estaban llenos de chicas maquillándose, prestándose brillo labial y recitando las líneas al revés y al derecho. Ahora comenzaba a arrepentirme de no haber estudiado un poco más, no me gustaba esto, pero tampoco quería quedar como una tonta en el escenario.

Como me ahogaba con tantas personas en un espacio tan reducido, salí a caminar por los pasillos detrás del escenario. Teníamos un teatro subterráneo en la escuela, era asombrosa la forma que tenían de malgastar el dinero en este pueblo.
En una esquina, hecho un ovillo, me encontré con Xabiani. Ya no era amigo de Katherine porque se había dado cuenta que ella era una estúpida. Además, desde que Pedro regresó, él le pidió disculpas por haberlo molestado y ahora eran amigos.
— ¿Para qué papel audicionas? —le pregunté. Él levantó la cabeza y lo vi bastante nervioso.
—Romeo —me senté a su lado y le ofrecí un caramelo de menta. Él lo aceptó y se lo comió—. ¿Y tú?
—Julieta —le dije. Nos quedamos así por un momento hasta que él carraspeó y se frotó los ojos con las manos.
—No lo lograré —me dijo.
—No pienses así, yo ni siquiera me aprendí las líneas y no estoy nerviosa —le mentí—. Además, creo que lo harás bien.
—Pedro también está para el papel, el actúa.
—No te preocupes por ese idiota, lo harás bien.
Xabiani me sonrió y me abrazó, si cuando teníamos nueve años él no hubiese sido amigo de Katherine, seguro que ahora bromearíamos al igual que como lo hacía con Facu.
—Perdón por llamarte “Pau descerebrada”. No lo haré nunca más, y si lo hiciera, Pedro se enfadaría mucho conmigo —hice una mueca al oír eso. Eso no había ayudado.
—Ok. Mejor vayamos a ver si es nuestro turno —le dije, para cambiar de tema. Llegamos juntos hasta detrás del telón y desde allí vi como algunas chicas se amontonaban en una fila para que les tocara junto a Pedro.
Facu nunca me dijo que pasaría si no pasaba la audición, todo dependía de que tan mal lo hiciera.
—La primera pareja…—escuché decir al maestro de teatro—. Xabiani Ponce de Leon y Candelaria Molfese
Una chica peliroja salió al escenario y yo le dediqué una sonrisa de ánimos a Xabiani para que se quitara los nervios de encima.
Todos vimos la escena, Xabiani actuaba muy bien, era verlo y emocionarse. Candelaria no era la gran cosa, pero lo hacía bien. Hasta que llegó la parte del beso. Y de verdad se besaron.
Por Dios, no había pensado en esa parte. 
Estaba tan concentrada arruinándolo que había olvidado que en la escena del balcón los personajes se besaban.
Cuando terminaron, los aplaudimos y esperamos a que el maestro dijera los próximos nombres. Las chicas estaban alteradas, los nombres eran al azar y por lo que alcanzaba a escuchar, querían que les tocara Pedro.
—Spencer Wilson y Samantha Johnson —Samantha refunfuñó y salió de mala gana al escenario.
Pasaron tres parejas más hasta que nombraron a Pedro. Las chicas parecían estar en un gallinero.
—Pedro Alfonso y…
—Que diga mi nombre…
—Que me toque a mí… —murmuraban algunas.

“A mí no, por favor, no- Te juro que haré mis deberes, que me portaré bien y que no golpeare a Facundo”
—Paula Chaves
“Listo. Me portaré mal el resto del año”
Pelear con Dios y con la suerte no me ayudarían en nada.
Las chicas bufaron detrás de mí y salí con el vestido rojo que había elegido Zai para mí.
Sentía los pies pesados y el corazón me latía de una manera que pensé que me subiría por la garganta y lo vomitaría.
No dejaban entrar público para las audiciones, sólo estaba el maestro y algunos chicos del taller de teatro para evaluarnos. Sin mencionar a todos los chicos que vinieron por un papel que nos observaban detrás del telón.

Pedro comenzó a recitar sus líneas, pero no le escuchaba. Para lo único que tenía oídos era para mí pulso que parecía ir más rápido a cada segundo.
—… ¡Quién fuera guante de esa mano para poder tocar su mejilla!
Reaccioné. Debía decir algo, aunque no sabía qué.
—Ay, de mí —susurró Pedro.
Era como una manía que tenía el destino de hacer que Pedro me dijera las respuestas sobre obras de Shakespeare.
— ¡Ay, de mí! —exclamé desde lo alto del balcón. Y de verdad me compadecía de mí misma.
Mataría con mis propias manos a Facu en cuanto saliera de esta.

Como por magia, recordé algunas ideas vagas de lo que tenía que decir los siguientes cinco minutos, Pedro lo hacía más que bien, era tan creíble que de verdad pensé que sufría por amor. Yo era como una piedra en el agua, me hundía a mí misma con cada palabra, con cada gesto que hiciera. La actuación no era uno de mis talentos.

— ¡Que el sueño descase en tus dulces ojos y la paz de tu alma! ¡Ojalá fuera yo el sueño, ojalá fuera yo la paz en que se duerme tu belleza! 

Era la última línea de la escena, Pedro ya había trepado por la escalera escondida con utilería del balcón y sólo nos faltaba besarnos para terminar con esta tortura.

Se acercó a mi rostro, mientras yo lo alejaba lo más posible. Pero no había escapatoria, el final siempre sería el mismo por más que me apartara.

Sólo quedaba una cosa por hacer, al igual que con Facu a los diez años, hacerlo lo más rápido posible.
Cerré los ojos y lo único que sentí por unos segundos fue una presión sobre mis labios, escuché a lo lejos algunos suspiros que supuse serían de las chicas que querían estar en mi lugar. 

Debía ser un beso apasionado y que demostrara todo el amor que sentían los personajes, pero no podía porque no sentía nada más que cosquillas sobre mi boca.
Era una buena forma de arruinar mi audición, pero de repente me sentí estúpida. No había podido decir mis líneas, era mala actriz y ni siquiera podía besar bien. Me había mostrado como una fracasada. Todo por culpa de Facundo.
Así que me dije a mi misma, mientras tenía el beso más aburrido de la historia con Pedro: “Demostrémosle que no eres tan tonta, y al menos haz algo bien para sacárselo en cara a Facu”.

Pensé en cómo se sentiría Julieta al besar a su amado por primera vez, en cómo me sentiría yo si amara demasiado a alguien, y agarré del cabello a Pedro y lo acerqué más a mí. Cerré con más fuerza los ojos y moví los labios para darle más realismo, Pedro me siguió el ritmo y me sostuvo de la nuca para acortar la poca distancia que nos quedaba. 
Me empezó a faltar aire y quise separarme, pero Pedro me lo impidió. Me tenía sujeta y se negaba a soltarme. En un momento me mordió el labio y ahí supe que las cosas se estaban pasando. Traté de zafarme, sin embargo, sólo conseguía que Pedro me besara más rápido.

Este chico iba a ahogarme si no paraba.

¿Por qué el maestro no detenía la escena?

Abrí los ojos y miré hacía los asientos del público, el maestro miraba atentamente y tomaba notas. ¿Cuánto duraría esto?

Entonces, cometí el error de mirar a Pedro a los ojos.

Los tenía abiertos y me miraba fijamente. Desde ahí dejé de pensar. 

Sentí aquellas mariposas que Zai me había descrito a los diez años, y como había dicho Abi, las rodillas me temblaron. Creí que caería en cualquier momento del balcón.
Ahora el beso me sabía a algodón de azúcar, eran como caricias dentro de mi estómago.
Finalmente, Pedro se separó y chocó nuestras frentes, junté nuestras narices y lo volví a besar. Después podía regañarme y avergonzarme.
Más algo tenía que salir mal.
Sentí como Pedrp iba separando sus labios de los míos, cuando lo miré y comprendí lo que sucedía, él ya estaba cayendo.
La escalera cedió y se fue atrás con Pedro a cuestas, cayeron con un sonido estruendoso. 
Las chicas gritaron y el maestro se apresuró en socorrer a Pedro.
Recién ahí reaccioné. ¿Qué había hecho?
Había besado a Pedro, lo hice. Y me dejé llevar, que fue lo peor de todo.

Desde abajo el maestro levantó el pulgar para decirnos que Pedro se encontraba bien, él se levantó y se lo llevaron a la enfermería. Yo seguía parada en el balcón, esperando a que Romeo volviera.
No me gustaba Pedro, pero después de eso me sentí muy confundida.
Era poco probable que me terminara gustando, pero tampoco imposible.

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Mil Perdones Por Subir A Esta Hora, Lo que paso fue que No Tenia Buena Señal En Internet Por La Tormente P***.. VIERONNNNN SE BESARONNNN adasdasdas, Okno .-. 

Que Parte Les Dio Mas Risa? y Que Les Gusto Del Cap? Ennnnnn Fiiiiiiiin

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Y Buenas Noches

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Novela Marry Me - Capitulo 3


"Mi Primer Beso I"- 10 Años 


Abi y Zaira no dejaban de fastidiarme. De un día para otro les había entrado en la cabeza la odiosa idea del primer beso. Era repugnante, yo seguía creyendo que eso era sólo un método para traspasarse baba. Zaira nos había confesado que un chico de la escuela le pidió un beso y que ella se lo había dado. A la semana llegó Abi diciendo que consiguió que un niño la besara. Y ahora esperaban mi turno. Mis labios estaban sellados, no besaría a nadie. No estaba dispuesta a correr ese riesgo, podría contagiarme alguna enfermedad, besarse era muy peligroso. 

—Vamos, no tiene nada de malo. Es la mejor sensación del mundo, son como miles de mariposas en tu estómago… —argumentó Zai mientras comíamos helado en la terraza de mi casa. 

—Y además te tiemblan las rodillas… es tan romántico —siguió Abi y ambas suspiraron a la vez. Yo resoplé y me llevé una gran cucharada de helado a la boca. 

—No, gracias. Paso. Y aunque quisiera, jamás lograría que alguien me besara, soy Pau la descerebrada, Pau la torpe, Pau la inútil… —podría seguir nombrando los apodos que me ponían mis compañeros, pero no quería amargarme la tarde recordando lo cruel que podían ser los niños. Lily me decía que no les prestara atención, que nuestro padre era el jefe de ellos y que si me apetecía podía hacer lo que quisiera. Lily se estaba transformando en una chica malvada con el correr de los años.

—Bueno, entonces con un niño que no vaya a nuestra escuela —me dijo Zaira y algo se encendió en su mirada. Noté que Abi estaba con el mismo rostro cómplice, se miraron y sonrieron. 

—Y que esté cerca, que te conozca y que se muera por ti. ¿Se te ocurre alguien Zaira? —preguntó Abigail. Me estaban asustando, sonreían de una manera amenazadora. 

—Sea quien sea, no lo haré. Sólo tengo diez años, quiero vivir mi infancia sin enredos amorosos. 

— ¡Paula, es normal! —exclamó Zaira. Que testarudas eran mis amigas. 

— ¡No lo haré! —les grité— No besaré a nadie. 

—Bien, si esa es tu decisión —Abigail se cruzó de brazos y miró de soslayo a Zaira, quien hizo lo mismo y se pusieron de pie—. No beses a nadie, no te podemos obligar. Pero… nunca mencionaste algo sobre si un niño te besara. 

— ¡No, no, no, no! —les espeté. Las corrí de mi casa y les dije con seriedad que me hablaran cuando pensaran racionalmente. A la mañana siguiente, me encontré en el desayuno con Pedro. Desde que se cambió de escuela se había vuelto más esquivo. Intenté hablarle y decirle que haría sufrir a Kate pero él parecía estar en otro mundo, así que desistí y en semanas las cosas quedaron como antes. Saludé a Olga, que me preparaba un tazón con cereales y pan tostado, y le dediqué una fría mirada a Pedro como unos buenos días. Sin embargo, a diferencia de los otros días, él no se levantó de su silla y dejó su comida a medio terminar, sino que se quedó allí con la mirada perdida observando su cuchara. 

—Paula quiero hablar contigo —me dijo de repente. Olga nos miró y sonrió. 

—Le llevaré el desayuno a tu madre, Pau—tomó una bandeja con una taza de café y unos pastelitos de fresas y salió, dejándonos solos. 

— ¿Qué quieres? Él se acomodó en su silla y presencié algo que nunca esperé por parte de él: inseguridad. Abrí la boca como tonta, Pedro el niño listo de todos los tiempos estaba nervioso. No pude evitar reírme. 

— ¿De qué te ríes? —me preguntó. 

—De nada —le respondí, pero no pareció muy convencido. Jugó unos minutos más con la cuchara y se puso de pie con la cabeza gacha. Incliné mi cabeza para mirarlo a los ojos y me fijé que sus mejillas estaban encendidas. 

—Pedro, ¿qué te ocurre? —Pero antes de responderme, se abalanzó sobre mí y chocó su boca contra mi ojo

— ¡¿Me quieres dejar ciega?! ¿Qué había intentado hacer? Casi asesina a mi pobre ojo. Me tapé el ojo herido con la mano y lo observé. Estaba de pie frente a mí e incluso más colorado que antes. En eso, volvió Olga. Tenía una sonrisa en el rostro y tarareaba una canción alegre, pero quedó en silencio al vernos a nosotros. 

— ¿Qué te pasó en el ojo, Pau? —preguntó al darse cuenta que cubría mi ojo. 

—Pedro me golpeó —le contesté. 

— ¡No, yo sólo trataba de…! —guardó silencio, no terminó de decir la frase. 

—De asesinarme, eso querías —le dije, exagerando la situación. 

—Paula, cariño. No creo que Pedro haya querido asesinarte, ¿verdad, Pedro? 

—Por supuesto que no, yo jamás te haría daño —me calmé unos segundos y en ese preciso momento, apareció Anna en la puerta de la cocina. 

—Chicos, ¿no me oyen? Pau el auto está esperándote y Pedro, tu hermana se irá si no te apresuras. Lo fulminé con el ojo bueno y me encaminé hasta el auto. Afuera se escuchaban los bocinazos que daba Lily porque no me apuraba. 

— ¡¿Tienes los pies de lana, Paula? Debo dar un examen muy importante y necesito llegar a tiempo! —gritaba a todo pulmón por la ventanilla. Me subí e ignoré las quejas de mi hermana. Las hormonas la estaban volviendo loca, era lo más seguro. Cuando llegamos, Lily se escapó a su clase para estudiar antes de su examen y yo tuve que ir a dejar a Holly a su salón. Este era su primer año y el castillo la aterraba. Después de soportar el llanto de Holly, el berrinche que armó para que no la dejara, me fui finalmente a la primera clase del día: Literatura. 

—Pau , ¿ya pensaste lo del beso? —me preguntó Zai cuando llegué. Yo le había advertido que no me hablara hasta que dejara de molestar con eso. Hice oídos sordos y me senté al lado de Cande como si nada hubiese sucedido. 

— ¿Qué pasó ahora? —inquirió mi prima. 

—Nada —le respondí. 

— ¿Qué tienes en el ojo? Está hinchado —me dijo Fatima, con cierto terror en la voz. Yo me toqué el ojo, y en efecto, estaba hinchado. 

—Y morado —agregó Fatima Mataría a Pedro cuando volviera a casa. Desde la torre más alta sonó la campana anunciando que las clases comenzarían. Abi llegó atrasada y la maestra le quitó una estrella. Pasé toda la mañana ideando formas para torturar a Pedro y quitarme a mis amigas de encima. Cuando la clase terminó, estaba guardando mis cosas hasta que la maestra me llamó. —Paula, Facundo ¿podrían venir un momento? —miré a Facundo de reojo. Seguía sentado con Kate, pero ya no comía pegamento. Incluso, se comportaba como un niño normal. Caminamos hasta el escritorio de la maestra y le hice señas a Fatima para que supiera que me esperara en el mismo sitio de siempre. 

—Necesito que le entreguen esto a sus padres —nos dijo. Nos entregó un sobre blanco a cada uno y nos dedicó una mirada severa. Ambos asentimos y yo guardé el sobre en mi mochila. A la salida, la curiosidad por saber que decía el sobre me estaba desesperando. 

—Paula, hoy vamos a tu casa —me dijeron Zaira y Abi. Con el asunto del sobre, olvidé que estaba haciéndoles la ley del hielo y dejé que se subieran al auto que me iba a recoger. Fatima se nos unió y junto con mis hermanas, nos marchamos. Apenas pusieron un pie dentro de mi casa Abi y Zaira comenzaron a preguntar por Pedro. No le di importancia y las dejé que lo buscaran. Yo tenía otros asuntos que tratar. 

— ¡Anna! —grité. Pero ella no respondió. Mis padres nunca asistían a las reuniones de la escuela, así que la carta estaba dirigida para Anna. Como no lo resistía más, saqué el sobre de mi mochila y lo abrí. 

— ¿Qué es eso? —me preguntó Fatima. Le dije que se acercara para leerla conmigo. Pero fue un error, porque en seguida la vergüenza hizo que soltara el papel y que me dieran ganas de llorar. 

—Eso no es posible, Pau—exclamó Fatima. Pero sí que lo era. Ya no prestaba atención en clases, no hacía mis tareas, ni los proyectos. Era obvio que en algún momento esto ocurriría. Había reprobado el año y tendría que repetirlo el que seguía. Seguro que Facundo también había repetido el año. Anna iba a matarme cuando se enterara. 

— ¿Qué vas a hacer, Paula? —me preguntó Fatima, después de que la sorpresa se nos pasara. 

—Convertirme en la mejor amiga de Facundo, no pienso estar sola el próximo año. Ella puso los ojos en blanco y supo que ya lo había superado. ¿De qué me serviría el colegio? De nada, sólo desperdiciaba años de mi vida encerrada en una habitación con niños estúpidos, cuando podría estar viendo televisión en mi casa. 

—Ni una palabra a nadie, Fatima. Si no se los cuento, no se enterarán. Fatima asintió e hicimos el juramento del dedito. Fuimos hasta la terraza para encontrarnos con Zaira y Abi, pero ellas no estaban allí. 

— ¿Dónde se metieron ahora? Las buscamos por todas partes, pero no podíamos hallarlas. Hasta que recordé que estaban tras la pista de Pedro. Con Fatima, fui hasta la habitación de Pedro a ver si estaban allí mis amigas. 

—Para la próxima, no seas tan precipitado… —escuché. La voz era de Zaira y venía de adentro del cuarto. La puerta estaba entreabierta y alcanzaba a escuchar la conversación. 

—No habrá próxima, ella cree que intenté asesinarla… —decía Pedro.

—Esa niña cada día está más loca —dijo Abi 

— ¿De qué están hablando? —me susurró Fatima. Le hice una señal para que guardara silencio. 

—Tienes que besarla, Pedro. Ahora, ya —exclamó Zaira. Me tapé la boca para no gritar y agarré a Fatima del brazo para llevármela hasta mi habitación. 

—Ese… ahhhh… y ellas… todo era un plan… por eso en la mañana…. Debí sospecharlo —comencé a gritar en cuanto me tiré encima de mi cama. 

—No sé de qué estás hablando —me dijo Fatima. Le expliqué todo y ella estuvo de acuerdo conmigo. Además, cuando yo besara a alguien, la siguiente víctima sería ella, así que se unió en mi lucha. 

— ¿Y qué harás? —No lo sé. 

(…)

Había pasado una semana desde que descubrí que mis amigas le habían dicho a Pedro que me besara. Aún pensaba en lo que ellas le dijeron para que él aceptara su propuesta. Comencé a hacerme amiga de Facundo, él me había dicho que sus padres le dieron una paliza cuando se enteraron que reprobó el año. Era un niño muy agradable y su cabello parecía encenderse cada vez que se colocaba bajo el Sol. 

—Facu, ¿quieres venir a mi casa a jugar? —le pregunté cuando estábamos en Arte. Él aceptó encantando, me dijo que era la única persona de la escuela que le hablaba. Ese día sólo Facundo fue a mi casa, y fue un alivio para mí. Pedro no lo saludó cuando lo vio. Estaba segura de que lo recordaba, pero por alguna razón lo ignoraba. Pasamos la tarde viendo películas y jugando videojuegos, mientras Pedr nos miraba desde una mesa con cinco libros abiertos haciendo un trabajo para su escuela. Entonces se me ocurrió una idea. Conocía a la perfección a Abi y a Zaira, y sabía de antemano que harían hasta lo imposible para que besara a Pedro. Pero ella quería que besara a alguien, al fin y al cabo. 

—Facundo. 

—Dime…—y antes de que dijera algo más, lo besé. Fue simple, cortó y preciso. Me separé antes de que me dieran arcadas y le sonreí para no quedar en evidencia de que no me agradaba para nada haberlo besado. Él tenía los ojos como platos y comenzó a sonrojarse. Miré disimuladamente a Pedro, tenía la misma expresión que Facu, a diferencia de que sabía que su rostro no estaba rojo de vergüenza

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Oooohhh *O* , Pobre Pedro Que ser el primero en besarla, Pero no fue hacii =c 
Que Creen Que Pasara ahora que paula, Reprobara y Se Beso Con Facundo?, ahahhah okno .-. Ennnnnnnnnnn Fiiiiiiiiinn

Espero que les Guste, Comente aca o mi Tw @LoveClariego

y ¡Feliz Navidad!!

martes, 24 de diciembre de 2013

Novela Marry Me - Capitulo 2




"Perdidos"- 9 Años

Fatima estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Zaira y Abi, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Pedro.

Había pasado un año desde que él llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que Pedro era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Lily haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Holly las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Pedro se comportaba como el hermano mayor de mi hermana. Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Holly, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra sólo cuando era necesario y trataba en lo posible de no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal? ¿Era fea? ¿O no le agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí pero no lo podía ver. Era un niño despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada vez que hacía una pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.

La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrada, pero en realidad estaba pensando en cómo convencer a mi mamá para que me dejara ir a la casa de Zaira esta tarde con Sparks. Seguramente me diría “lleva a Pedro”. Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Holly, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que el niño del cabello castaño podía ser mi amigo. Error, él jamás lo sería.

No me gustaba la idea de que él fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaba la educación a Pedro y a Luciana. Para Navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que a nosotros y eran libres de reglas y listas de alergias y cosas que se debían hacer.

—Paula, podrías decirle a la clase de qué se trataba el poema —salté en mi asiento y me aparté un mechón negro de cabello que caía sobre mi cara. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo sonriera y me echara el cabello hacia atrás con delicadeza.

Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello hacia atrás, se me enredaron los dedos entre éstos.

Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Katherine Williams, que estaba sentada junto a Pedro. Ella le susurró algo al oído y se rio más fuerte, pero a Pedro no pareció hacerle gracia.

—Te estamos esperando, Paula —me dijo la maestra, caminando hasta mi puesto con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental. Eso me molestó.

Miré hacia el lado y Fatima se encogió de hombros, ella tampoco había prestado atención. Abi y Zaira tampoco sabían, negaban con la cabeza para que no les preguntara nada.

Sentí ganas de llorar, la maestra me estaba avergonzando.

— ¡Pau descerebrada! —gritó Kate desde el primer puesto. Toda la clase estalló en carcajadas, excepto mis amigas y Pedro, que seguía tan serio como en un funeral.

En una mirada fugaz que le lancé, vi como él gesticulaba algo con los labios. Me estaba mirando directamente y decía algo. Aproveché que todos reían y que la maestra trataba de hacerlos callar para entender el mensaje.
“Amor”, eso le entendí.

—Amor —dije en voz alta en el preciso momento en que se hizo un silencio en la sala.
— ¿Cómo dices, Paula? —me preguntó la maestra.

—Dije que el poema es de amor —le repetí.

Ella se dio media vuelta a mirar al resto de la clase y caminó hasta el frente de la pizarra.
—Pedro, ¿por qué el poema es de amor? —le preguntó la maestra.

—Porque se compara a la amada con el verano, señalando que ella es mejor que eso —la clase seguía en silencio y vi como mis compañeros asentían. A Pedro siempre le daban la razón, podía tratarse de zombis el poema, pero si él decía que era de amor y unas cuantas cosas más, todos le creían.

Pero resultó que estaba en lo correcto, porque la maestra sonrió y escribió en la pizarra el título del poema.

—Muy buena interpretación, Pedro. Es un poema complicado, ya que es de uno de los más grandes escritores de la historia.

Leí lo que estaba en la pizarra y decía: “A un día de verano compararte”.

—Fatima, dinos ¿quién es el autor de este poema? —al igual que conmigo, todos miraron a Fatima. Ella se puso nerviosa, comenzó a jugar con el lápiz que tenía en las manos y se mordió el labio. No tenía la menor idea.

Volví a mirar a Pedro, con la esperanza de que le dijera la respuesta a Fatima. Mas no lo hizo, se quedó mirando a mi prima al igual que Kate, con una sonrisa burlona.

Lo estaba haciendo otra vez, se creía mejor que el resto sólo por ser más listo. Me pregunté qué pensaría Katherine si descubriera que Pedro era el hijo de mi niñera y no el de un gran empresario que vivía en Londres, como todos creían.

Pudo haberme ayudado hace un momento, pero eso no afectaba en nada a la idea que me formaba sobre él si después se burlaba de mi prima.

—No lo sé, maestra —respondió Fatima. Suspiré decepcionada y fulminé con la mirada a Pedro. Ya se las vería conmigo.

— ¿Alguien lo sabe? —preguntó de forma general la maestra.

—William Shakespeare —gritó Katherine. Seguro que Pedro le había dicho la respuesta, ella era tan tonta como la estúpida mochila de Barbie que tenía detrás de su silla.

La maestra la felicitó y le dio una estrella a su mesa. Cuando finalizaba el mes, había reunión de apoderados, se sentaban en el puesto de sus hijos y veían cuantas estrellas tenían pegadas a la mesa, era una estrategia para informarles como nos iba en nuestro desempeño académico. Fatima tenía cinco, Zaira siete, Abi seis y yo una, que ni siquiera recordaba como la había ganado.

—Katherine es una tonta, sólo quiere llamar la atención de Pedro —dijo Mechi en el recreo. 

Estábamos sentadas sobre el césped de la Academia Westfield, era un castillo grande que antiguamente fue utilizado como centro de fiestas y reuniones importantes dentro de la alta sociedad. Con los años se le perdió el uso y alguien lo compró para poner una escuela exclusiva para los niños de los grandes empresarios de Buenos Aires. Yo hubiese preferido ir a una escuela pública, por lo que me contaba Olga, allí los niños eran tan burros como el animal, y eso a mí me venía a la perfección, no soportaba el nivel de exigencia de esta escuela. A los nueve años enseñándonos versos de Shakespeare cuando podríamos leer C.S. Lewis.

Que a Katherine Williams le gustaba Pedro no era un secreto, el año pasado en su primer día de clases, Kate fue la primera en hablarle y le sugirió a la profesora que Pedro se podía sentar con ella. No me molestó del todo esa decisión, yo tuve que estar sentada con Pedro antes del cambio de puesto, así que de manera anónima se lo agradecía.

—Y lo está logrando de la forma en que lo llama en medio de un examen —dijo Abi. Todas reímos, pero no nos dimos cuenta de que Kate pasaba por nuestro lado y nos había escuchado. Corrió tan rápido que en menos de unos segundos ya estaba fuera del alcance de nuestra vista.

—Nos metimos en serios problemas —dije.

— ¿Por qué? Se lo tenía merecido —me dijo Zai. Yo negué con la cabeza, ellas no comprendían. Kate iría donde la maestra y le contaría lo que escuchó, se haría la víctima y a nosotras nos castigarían.

—Me iré a disculpar antes de que esto empeore —les dije, poniéndome de pie.

Ellas se quedaron con la boca abierta e intentaron persuadirme aún sin entender por qué lo hacía. Fui por el mismo camino de Kate y la busqué. No estaba en los baños, ni en los pasillos, ni en la banca en la que siempre se sentaba con sus amigas, ni en ningún lado.

— ¿A quién buscas, Pau Descerebrada? —me preguntó Xabiani, uno de los amigos de Kate. Era un chico alto para su edad, de cabello negro al igual que el mío y de rostro amable. El problema estaba en que al lado de Kate y parecía su guardaespaldas.

—A Kate—le contesté, me guardé “la tonta de tu amiga” para evitar posibles daños, él también podía acusarme a la maestra.
—Yo iría por el bosque de pinos, iba muy triste hacía allá de la mano de Pedro—apuntó hacía el patio y desde aquí pude ver la copa de los pinos que se extendían hacia los límites de Buenos Aires.

Me dirigí hacia allá, escuchando la risa de Xabiani a mis espaldas. Algo se tramaban, pero no contaban con que yo era más astuta.

Las ramas me golpeaban en la cara y mi falda se enredaba en los arbustos, tenía el cabello revuelto por el ajetreo de caminar sobre una superficie con piedras y hierbas y pinos que se alzaban sobre mi cabeza.

Dónde estarían, llevaba dando vueltas más de cinco minutos.

Escuché a lo lejos la campana que ponía término al recreo, no los había encontrado así que me rendí. Sólo había un inconveniente, no sabía a donde ir.

Traté de recordar porque árboles había pasado, pero todos eran iguales. Ni siquiera podía distinguir las huellas que dejé de las hojas secas que había en el suelo.

Estaba tan asustada que me puse a llorar. Me senté al lado de un árbol y aferré mis rodillas contra mi pecho. Papá me había contado algunas historias de niños que se perdían y que no aparecían nunca más, era para infundirme miedo y no salir de casa yo sola, ya que una vez me escapé para ir al cine a ver una película. Mis papas me decían que no era seguro que ni yo ni mis hermanas camináramos solas por el parque o que fuéramos a cualquier lado sin supervisión, según ellos nos podían secuestrar para pedir una recompensa. Nunca les creí esa historia, pero la de los niños perdidos sí porque en Peter Pan los niños en verdad se habían extraviado y en Nunca jamás estaba lleno de peligros debido a Garfio.

Yo estaba perdida en medio de un bosque que no debería estar dentro de los límites de una escuela, sola, llorando y seguro con un castigo en cuanto saliera de esta. Si es que lograba salir.

—Paula, ¿eres tú? —me limpié las lágrimas en cuanto escuché mi nombre y me puse de pie en un parpadeo. Frente a mí estaba Pedro, con el cabello desordenado y con la chaqueta del uniforme destrozada. En una situación normal lo hubiese ignorado, pero el susto que me llevé al creer que me quedaría sola para siempre en medio del bosque hizo que me lanzara a sus brazos y que no soltara hasta que nos tambaleamos y nos caímos.

— ¿Qué haces aquí? —me preguntó. Me limpié la nariz y me aparté de él, era la primera vez que lo veía tan preocupado y que me dirigía más de dos palabras juntas.

—Buscaba a Kate.

— ¿Para qué?

—Mis amigas y yo le dijimos tonta, me quería disculpar para que no nos acusara, pero los planes no salieron como esperaba —él se levantó y me tendió una mano. Ya no tenía el cabello tan largo. Anna le había cortado el pelo hace unas semanas, ya que en la escuela no permitían que los hombres llevaran el cabello muy largo. No quería admitirlo, pero la única cosa que me gustaba de Pedro eran sus ojos Marrones y ahora su cabello ya no era impedimento para verlos.

— ¿Y tú qué haces aquí? —fue mi turno de interrogarlo. Emprendimos marcha lentamente, yo sólo seguí a Pedro, esperaba que no estuviera tan perdido como yo.

—Venía con Kate. Pero era una broma —nos detuvimos y lo miré—. Estaba con dos chicos más grandes y me golpearon para que le hiciera la tarea a Kate. Creo que eran sus hermanos —sabía a quién se refería, los horrorosos Will y Mark, los hermanos mayores de Katherine y matones oficiales de Westfield. Eran corpulentos y tan estúpidos como su hermana.

— ¿Y qué les dijiste? —su historia era mucho más interesante que la mía, y a pesar del odio que le tenía, cierta parte de mí tenía pena.

—Que no, por eso estoy así —se señaló así mismo y me fijé que tenía un moretón en la mandíbula.

—Así que los dos nos perdimos por culpa de ella. No me molestaría que dejaras de darle las respuestas en las clases de literatura, después de lo que te hizo.

—Mira quién lo dice —me dijo con tono de burla. Ya volvía a ser el niño antipático de siempre.

—En mi defensa…—no tenía nada con lo que excusarme. Guardé silencio, esperando a que Pedro olvidara lo que yo había dicho— ¿Sabes por dónde vamos? —cambié de tema.

—Sí, sólo sígueme —para mí eso era suficiente. Pedro no podía hacerme nada, de lo contrario despedirían a su madre, así que en cierta manera estaba segura a su lado.

Caminamos un rato más y noté como la espesura de los arbustos se despejaba, alcanzaba a ver las torres del castillo y la campana en la ventana más alta.

Nuestra siguiente clase era matemáticas, cuando entramos a la sala despeinados, sucios y con la ropa rasgada, la maestra casi se desmayó. Nos envió a la dirección y tuvimos que explicarle lo sucedido al director. Dijimos la verdad.

Desde ese día Kate odio incluso más a Pedro que yo, lo estimé un poco más por haberme salvado y la maestra cambió de puesto a esos dos. Pedro se sentó con Zaira y Kate con Facundo Gambandé , un niño que comía pegamento y que escupía al hablar. Sin embargo, Kate no se quedó de brazos cruzados.

Al otro día, descubrió que Pedro era hijo de mi niñera y mi duda fue resuelta. Se burló de él frente a toda la clase, no descansó ni un día, le hizo la vida imposible junto con sus hermanos. Hasta que una mañana Pedro no se subió en el mismo auto que nosotras para ir a la escuela, sino que se fue de la mano de Luciana en la dirección contraria. Esa tarde, cuando le pregunté a Anna el por qué Pedro no fue a la escuela, me dijo que él le había rogado para que lo cambiara a una escuela pública. Y ahí fue cuando comenzó mi eterna enemistad contra Katherine Williams.

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Ohhh, Lo Cambiaron De Colegio :c, Yo Tambien Estoy Empezando a Odiar A Katherine, Como Vieron Ahora La Novela Tendra Una Foto Como La Que Esta ↑
Esa Foto es el colegio donde estudia Paula y Donde Estudiaba Pedro..
Ennnnnnnnnnnn Fiiiiiinnn

Espero que les haya Gustado, Comenten aca o en mi Tw @LoveClariego

Y Feliz Navidad/Noche Buena...

Bss