Capítulo treinta y
siete. –Let me die.
Pau se había pasado la semana yendo a la casa de Pedro, se quedaba a cenar y luego, iba a su casa. Anna era una gran madre, él nunca le había contado sobre ella, tampoco nada de su historia y una de esas noches en las que se quedaban en la cama hablando de cualquier cosa, salió ese tema… Su familia.
Pau se había pasado la semana yendo a la casa de Pedro, se quedaba a cenar y luego, iba a su casa. Anna era una gran madre, él nunca le había contado sobre ella, tampoco nada de su historia y una de esas noches en las que se quedaban en la cama hablando de cualquier cosa, salió ese tema… Su familia.
Los padres de Pedro se
divorciaron cuando él era bebé, no tenía un año cuando su padre se fue de la casa, había
muchos problemas económicos, conflictos y peleas entre la pareja que formaban
entonces, decidieron separarse pero después de eso, no se llevaban mal. Anna lo
tuvo siendo una adolescente con muchos problemas familiares y con ella misma,
era una chica que solía tomar alcohol, no le importaba nada solo sus padres. No
sabía que la madre de él había tenido una vida fuerte y dura: su padrastro la
violó de niña y ese fue el trauma que la llevó a drogarse, tener amigos malos y
esas cosas… Pensó en el aborto de su hijo, también en suicidarse, Pedro le
explicó como había sido ese momento.
Se había parado en medio de la calle cuando un camión pasaba por esta,
por suerte el mismo iba despacio y no la atropelló, días después de aquel
incidente se enteró que tenía una vida dentro de su vientre y se sintió
agradecida, estaba feliz pero seguía perdida. Era el hijo de Horacio, y ellos
en ese momento no esperaban tener un hijo… Tenían dieciocho años.
Anna pensó que Pedro era la bendición de sentirse feliz después de que
su padrastro abusó de ella pero, seguía pensando en cómo su vida cambiaría.
Dejaría de salir, tendría que quedarse en casa, no podía ir a la Universidad y
tener un título.
La madre de ella se separó de lo que era su esposo y quedó soltera, ella
amaba tanto a su madre como a su padre, en el tiempo que les contó sobre que
iba a tener un hijo con Horacio, sus padres le apoyaron en cada cosa que
tuviera que pasar por el embarazo. Era joven y no sabía sobre esas cosas, no
pensaba que después de haber tenido relaciones usando preservativos tendría un
bebé. Horacio no fue el mejor padre que hubiera deseado, muchas de las veces se
olvidaba de ir a buscarlo después de partidos en el Instituto o los fines de
semanas no iba a buscarlo a la pequeña casa donde vivía con su madre, pero
pasando los años, Horacio se casó y empezó a ser un buen padre. Pedro nunca le
tuvo rencor, le quería muchísimo pero tal vez no tanto como su madre, era como
una mejor amiga para él.
Paula sabía que Pedro tenía dos hermanastros que eran más hermanos que
hermanastros, realmente eran tiernos según él.
Fue a la psicóloga días después por la sesión que tenía con ella, la
había cambiado a todos los viernes por la tarde… Al llegar, todo seguía de la
misma manera: naranja. Se rió para ella misma, unos colores le habían hecho un
completo lío en la cabeza, era algo loco pensar en eso… En como con los colores
te identificabas, Emma era un naranja, siempre estaba alegre, era algo que
repartía por el mundo. Podía ser una zorra a veces, pero siempre teniendo la
misma simpatía con cualquier persona con la que hablara.
—Tu padre me llamó hace unos días —dijo Clara cuando Paula cerró la
puerta de la sala—, quería saber qué me habías dicho el primer día que
hablamos.
Pau se le quedó mirando fijamente. Sabía que había un contrato en el
cual decía que todas las cosas que se hablaban quedaban en ese lugar, en esas
cuatro paredes de color que significaba algo. Y entonces, una duda le llegó a
la cabeza: el contrato podía ser falso ¿no?
Clara le sonrió y negó con la cabeza.
—Firmé el contrato, tu padre también y tú tienes que firmarlo, no le
conté nada.
—Oh, eso es bueno… Pensaba que si le habías contado algo me marcharía lo
más rápido posible de aquí.
Soltó una pequeña risa y acomodó la libreta sobre sus piernas con la
lapicera de tinta que tenía, nadie usaba lapiceras de tinta ya. Bueno, nunca
vio a alguien usar unas en estos años, tal vez era la nueva moda… Agh, pensaba
cualquier estupidez.
—Cuéntame, ¿cómo estuviste esta semana?
—Está semana estuvo bien, bastante bien.
— ¿Hay razones por la cual estuvo bastante bien?
La cara de Paula fue tomando color carmesí con el paso de los minutos.
—Un chico… El chico del cual te hablé la otra vez, bueno, salí de la
sesión que teníamos, fui a su casa y le hablé sobre que no sabíamos que era y
me contestó que era demasiado notorio que éramos novios, así que… lo somos.
Clara frunció el ceño, llevó su tinta a la boca y mordió la tapa de la
misma pensando en lo que Paula recién le había contado. Por su mirada, no
estaba conforme con eso y ella no supo por qué…
— ¿Sólo así? ¿No te lo preguntó?
—No. —Susurró la castaña… Fue raro. La mayoría de los chicos que querían
tener algo con una chica, les preguntan sobre eso, dicen las palabras y se les
proponen yendo a una cita, él tan solo fue muy Pedro.
—No deberías conformarte con poco, Paula… No deberías.
…
Después de salir de la sesión, caminó directamente a su casa, Emma seguro ya estaba dentro con una pizza esperando por ella. Verían películas hasta el amanecer, habían planeado esa noche de chicas desde hace unos días y hoy la llevarían a cabo.
Después de salir de la sesión, caminó directamente a su casa, Emma seguro ya estaba dentro con una pizza esperando por ella. Verían películas hasta el amanecer, habían planeado esa noche de chicas desde hace unos días y hoy la llevarían a cabo.
Pasó por dos parques que estaban totalmente hermosos con los faroles
iluminando los árboles, los columpios con niños y padres ahí. Estaba
oscureciendo pero no hacía mucho frío como suele hacerlo en esa época del año
por Londres. Paró en uno de los parques cuando vio a Sandy con una persona
adulta, eran muy parecidas; debía de ser la madre. La rubia estaba amamantando
a un niño, la cara de Paula fue atónita.
Recordó en el tiempo, nunca había visto a Sandy con una panza de
embarazada pero hubo un tiempo, cerca del final de curso, cuando faltaba a
clases, no salía a las fiestas, no se sabía nada sobre ella, había estado
oculta. No sabía si en el verano salió o qué pero, no hubo noticias por ninguna
parte.
Era un niño por el atuendo que estaba usando.
Paula siguió mirando de la misma manera hacia ella, no entendía que
sucedía. Dios mío, si era verdad, ese hijo podía ser de Pedro porque ellos
fueron novios y habrán tenido relaciones pero si era así, él seguro se había
encargado del bebé y también hubiera estado con ella; apoyándola por más que
sea una zorra.
Cuando la rubia le vio, frunció el ceño y Paula apartó la vista, salió
corriendo lo más rápido posible… Ahora le haría la vida imposible porque había
descubierto el secreto más oculto de todos, tenía un hijo. Estaba sacando
conclusiones sin sentido capaz pero, estaba pensando sobre lo que había visto y
si no era su hijo por qué le estaba amamantando.
Corrió a su casa, Emma debía de saber algo al respecto.
…
Cuando llegó, todas las luces estaban apagadas pero menos la de la habitación por la cual salía música a todo volumen, no sabía que canción era pero realmente molestaba. Golpeó la puerta contra el umbral y la música se apagó automáticamente, Emma salió de la pieza con su piyama puesto, era muy flaca, Pau sintió envidia cuando le vio. Estaba toda despeinada y sin maquillaje, y seguía siendo igual de hermosa que siempre.
Un pensamiento típico de la cabeza de Paula: Las rubias son perfectas.
Mientras llegaba hasta el salón, se hizo un moño en la cabeza todo
desordenado y le quedaba bien, era perfecta esa mujer.
“La confianza es algo bueno en una persona, siempre se refleja el bajo
autoestima en la cara. Si no te tienes confianza, entonces no tiene sentido tener
una vida” Esa había sido la frase que Clara le había dado después de una charla
sobre cómo se sentía con su cuerpo, pero en ese momento no importó tanto. Paula
se sintió inferior, una más del montón, una chica que no podía llamar la
atención.
— ¿Estás bien?
Sus ojos estaban brillando. Se sentía mal nuevamente.
—Si… —Negó con la cabeza alejando las lágrimas y miró hacia su
amiga—Sandy tiene un hijo. —Soltó, la boca de Emma cayó y sus ojos se abrieron…
Claramente, no sabía sobre esto.
Justo en ese momento, le llegó un mensaje de una persona desconocida, lo
abrió y decía: “Cuentas algo y arderás perra. No te metas conmigo”
Paula tragó gordo. El celular cayó de sus manos chocando contra el piso,
no se desarmó, tampoco se rompió. Tenía la mandíbula tensa y un miedo le
recorrió el cuerpo.
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Sigue →
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