Capítulo dieciocho.
–Let me die.
''Nunca fui tu
prioridad, ni tu centro de atención, más bien fue por burlas, que notaste mi
existencia''
Las seis y media.
Cerró los ojos, y pequeños recuerdos como en luces le llegaban a la
mente.
Aparecía Sandy, escritorios, sillas, láminas de química y física que
eran difíciles de entender. A los clones. A ella tirada en el suelo intentando
buscar oxígeno entre las paredes. Todo estaba cerrado, y ella sufría cada
golpe, lo sentía el doble de lo que jamás lo había sentido… Y eso debe ser
porque le lastimaron en las mismas heridas.
Abrió los ojos, y vio nublado, estaba llorando, las lágrimas caían por
sus ojos, y sentía un peso en mitad de su pecho. Se levantó de la cama, al
sentir unos golpes en la puerta principal de la casa. Se paró, y sosteniéndose
de las cosas, llegó a las escaleras.
Esperaba a Emma, y cuando intentó llamarla ella no contestó, así que le
abriría, ella ya la había visto de esta manera muchas otras veces. No pudo
conseguir mantenerse de pie sobre las escaleras, y cayó rodando por las mismas.
Vio borroso, y cerró los ojos, los entreabrió, y se encontró con Pedro entrando
por la puerta corriendo hacia ella.
— ¡Paula! ¡Paula! ¡Paula!—Y dejó de escucharlo, cerró los ojos,
quedándose inconsciente en el piso. Abrió los ojos, y observó la sala, sus
cuadros, la televisión, el centro de la mesa pequeña entre medio de los sillones,
la alfombra, el olor a flores que salía cada dos horas de un pequeño
aromatizante automático, y el clima templado que había sobre esa casa.
Pasaba los dieciocho grados, y el lugar era acogedor. No se acordaba lo
pasado hace unas horas, o minutos… Solo sabía que llegó a la mitad de las
escaleras, lo otro no se veía, el recuerdo quedaba en blanco. Volvió a tirar la
cabeza para atrás, y apretó los ojos. Intentó moverse, pero su cuerpo le dolía,
sus muñecas seguían punzantes.
Escuchó un grito agudo, y abrió los ojos de golpe encontrándose con la
rubia de su amiga parada mirándola con los ojos tan brillantes que parecían
estrellas, si, así brillaban. Tapó su boca con la mano, y dio unos saltos,
gritó el nombre de Pedro en alto. Él apareció por la cocina con una taza de
chocolate caliente, y cuando vio a Paula levantada, se lo llevó.
— ¿Qué me pasó? —Pedro se sentó enfrente de ella con los codos apoyados
sobre sus rodillas y entrelazó sus manos.
—Caíste por las escaleras, yo
toqué a tu puerta y cuando escuché un ruido dentro de la casa, entré, y te
observé en el piso… No supe qué hacer más que llamar a tu novio y a Emma.
Paula se preguntó dónde era que él estaba, no lo vi salir de ningún lado
por los siguientes cinco minutos, Emma tomó su mano y la acarició despacio.
Pedro miraba atentamente a esa escena, nunca pensó estar de tal manera en la
casa de ella. Solía burlarse de ella, y empujarla si la encontraba en los
pasillos. Ahora permanecía preocupado por lo que le pasa, hay veces que su
mente solo pensaba en ella, y en lo que Sandy podría hacerle.
Emma se fue, le había explicado que cuando Diego la vio de tal manera en
el sofá, salió del lugar. No la podía ver de tal manera, se había enamorado de
Paula y por lo tanto, cuando observó tal escena sintió enojo, pena e
infelicidad. Salió tan rápido como había entrado, y se fue de esa casa sin
antes mirar a Pedro desde lejos… Cuando ellos llegaron, él estaba en la casa, y
eso no le había preocupado hasta que empezó a pensarlo y reflexionarlo
lentamente.
Entonces, Pedro y Paula estaban solos en la casa. Ella estaba sentada
sobre la escalera mirándolo cuando cerró la puerta. Se dio media vuelta, y
caminó donde ella, se sentó a su lado, y le giró para verla a los ojos pero,
Paula le ignoraba.
—Era la primera vez que tocaba la puerta para entrar a tu casa. —Dijo, y
Paula giró la cabeza, le sonrió.
—Aprecio mucho que lo hagas. —Llevó un mechón de su cabello detrás de su
oreja. Pedro bajó su cabeza, y una comisura de su labio se expandió por su rostro,
y un brillo iluminó sus ojos color verde. Paula se enamoró de ellos, lamió sus
labios, y la cercanía empezó a ser escasa, cuando Pedro tenía una mano en su
cuello acariciándolo, Paula volvió a la tierra.
Miró esa belleza que tenía enfrente de ella, que era como un par de
gemas, sus ojos eran tan perfectas que parecían dos pequeños diamantes. Miró
todas las fracciones de su rostro, cuando tensaba la quijada, cuando sonreía, y
cuando su nariz se arrugaba un poquito. La puerta se abrió, y ambos escucharon
la toz de una persona, y sabían que era el padre de Paula. Ella se separó de
inmediato de Pedro, y no miró a Miguel. Este le vería todos los moretones, y
era lo últimos que esperaba, con la campera tapó las heridas de su muñeca, que
por más que estuvieran cubiertas por vendas, se veían por la sangre.
—Deberías irte. —Le susurró Paula a Pedro sin que su padre escuchara.
—Vale.
Se pasó las manos por las piernas, estaba sudando. Se acercó para darle
un beso en la mejilla, pero luego se alejó, levantó una mano para acariciarle
la cara pero, la bajó.
—Adiós.
Su padre le vio salir por esa puerta, y cuando la cerró con llave, Paula
ya estaba en la plata de arriba. Estaba toda lastimada, necesitaba tomar una
ducha, maquillarse, y ahí recién podría hablar con Miguel. La llamó y ella se
detuvo en seco.
— ¿Qué hacía un chico en casa? — Paula rodó los ojos, si tan solo
supiera cuantas veces estuvo en la casa ese chico, ese chico de lindos ojos
verdes.
Sonrió pero, luego borró su sonrisa. No se iba a permitir volver a
pensar bien de él, no quería pensar de Pedro de tal manera que pudiera
enamorarse. Ella estaba a gusto con Diego por más que no haya pasado nada más,
no eran novios pero, capaz estaban cerca.
—Es un compañero de clase, papá.
— ¿Compañero? No parecía eso, estaban a punto de besarse. ¿Es
Diego?—Preguntó, y se deshizo de su corbata.
—No, se llama Pedro.
—No quiero que entren chicos a la casa si no estoy yo presente. —Exigió.
Paula apretó los dientes. No se dio media vuelta aunque quisiera, formó
sus manos en puños, y habló.
— ¡Nunca estás en esta maldita casa! ¡Tienes derecho a poner reglas así!
Siempre trabajas, nunca tienes tiempo para mí. —Exclamó, estaba enojada,
demasiado y nunca se ponía así con su padre, le respetaba y quería mucho.
Entró a su habitación, y con fuerza cerró la puerta de la misma, esta
chocó y casi se rompe la cerradura. Se apoyó contra la puerta, y empezó a
llorar. Ya nunca tenía tiempo con su padre, si alguna vez alguno de ellos
muere, no tendrías recuerdos… no tendrían muchos.
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Siento mucho no haber subido durante ¿Tres semanas? sinceramente no lo sé, durante esas tres semanas no tengo la menor idea de lo que me paso, no tenia conciencia del tiempo ni de lo que sucedía al mi alrededor, estaba en un estado deprimente... pero bueno. Lamento el tiempo que tuvieron que esperar. Nos vemos mañana :)
Espero que les haya gustado, Comente aca o en mi tw @LoveClariego
¡Buenas Noches!
PD: ¡Son los primeros cinco capítulos del mes de junio! Wii ah
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